Un símbolo matemático ocupa su antebrazo izquierdo. Sus jeans de diseñador y sus camisas a la medida hacen que muchos emprendedores de San Francisco quieran copiar su estilo. Jack Dorsey dice que nunca quiso ser un empresario, un emprendedor de negocios. Nunca se despertó con las ganas de comprar una revista Entrepreneur y ser uno más del ejército de wannabes que se suscriben a ese tipo de publicaciones.

 

Él quería ser marino, navegar por el mundo, explorarlo y vivirlo. Quería ser sastre, un artesano. “Quería construir cosas con mis manos, para compartirlas con otros”. Soñaba con ser artista, en específico, surrealista: “Ven de manera diferente el mundo, abren tus ojos”.

 

Lo anterior es parte del discurso que ofreció el creador de Twitter la semana pasada en la serie de conferencias Disrupt, que organiza TechCrunch en San Francisco. Dorsey le recordó a su nutrido auditorio, ávido de una fórmula para convertirse en millonarios, que la vida sucede en intersecciones y lo importante es ver qué pasa en los cruces y elegir la dirección correcta.

 

Mucho del trabajo debe ser indefinido, no se termina, debe estar abierto al futuro. Abierto al cambio, abierto a la evolución. Ese fue tal vez el mensaje más claro.

 

En el caso de las compañías, recuerda que tienen múltiples momentos de fundación. Dick Costolo, por ejemplo, el CEO de Twitter, es un fundador, porque ha cuestionado todo lo que hizo Dorsey y su equipo y lo ha hecho mejor. Dice que Howard Schultz, de Starbucks, fue a Italia en algún momento de su vida y notó cómo la gente compraba capuccinos y lattes, consideró que eso podía suceder en Estados Unidos.

 

Los directivos de la cafetería en ese entonces le dijeron que era una idea tonta, absurda. Él les demostró que estaban equivocados, al insistir en su idea. Marissa Meyer, agrega, quien era empleada fundadora de Google y hoy está en Yahoo!, es otro momento de fundación. “Una idea que puede cambiar el destino de una compañía viene de cualquier parte”.

 

Fundador, dice Dorsey, no es un rol, es una actitud, saber que algo puede pasar una y otra vez. De hecho, asegura, debe pasar una y otra vez, de otra manera, nunca seguiríamos avanzando. “Si nos atuviéramos a las ideas originales, no estaríamos aquí hoy”.

 

Recordó su frase favorita, de William Gibson, la que dice que el futuro ya llegó, el problema es que no está bien distribuido (The future is here. It's just not widely distributed yet.). El futuro hay que ubicarlo y hacer que esté en todas partes para avanzar, según Dorsey.

 

Y considera que disrupción es como un terremoto. Lo que recuerda un poco la doctrina del caos que lamenta Klein. Destrucción y fundación. Orden después del ataque repentino que diluye la memoria de las personas y las reprograma para lo que sigue sin resistencia.

 

El creador de Twitter prefiere hablar de revolución: porque tiene líderes, propósito, hace que la gente tenga impulso hacia un estado de bienestar conscientemente. Y le recuerda a los teóricos que los discursos no aceleran el cambio. Se necesita acción.

 

Para tener un impacto masivo en el mundo, para tener algo distinto, no debes comenzar con un borrador, desde cero. Twitter no surgió porque quería fundar una empresa, dice que fue porque tenían una idea que venía tal vez de un error o un fracaso empresarial. Esa idea la empujaron hacia adelante y tuvo éxito.

 

Dorsey recomienda elegir un movimiento, una revolución, y unirse. Desde adentro, les recomienda ser emprendedores o fundadores, o lo que quieran, pero adoptar ideas desde el lugar en donde ocurren las cosas e impulsarlas. Controlar el futuro.

 

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