¡Qué difícil nos resulta a los mexicanos comprender a cabalidad en qué consiste el cumplimiento de la ley! Parecería que, en ciertas ocasiones, tenemos una preferencia por la venganza o la revancha antes que la observación estricta del “debido proceso” y garantizar que la ley se aplique con rigor e imparcialidad.
En el caso de la ministra Yasmín Esquivel, el Presidente, perversamente, ha creado en la opinión pública una narrativa en contra de la UNAM -y específicamente del Rector Graue -. Pesa más el agravio que la ley.
El Presidente evade confrontar a la SCJN, tiene en su agenda asuntos muy relevantes por resolver -la reforma electoral, entre otros- y por eso ha dirigido todos sus ataques hacia la UNAM, exigiendo que sea ésta la que tome la decisión que AMLO no se atreve a tomar, eso sería reconocer su error y el Líder Supremo de la 4T no se equivoca nunca.
El pasado viernes, la UNAM y la rectoría citaron a una conferencia de prensa para ratificar su posición ante la presión y embestidas del Gobierno federal para que la Universidad se constituyera, ya no solo en juez de la causa, sino también en verdugo. La expectativa era muy grande, muchísimas personas estuvieron puntuales a la 1:30 horas para escuchar al rector Graue y el veredicto esperado: ¡Culpable!
La desilusión de muchos fue enorme; el rector apeló a la legalidad, al debido proceso y que, conforme a la legislación universitaria se resuelva este asunto. Se esperaba todo lo contrario: una sentencia implacable. La crítica al rector ha sido desproporcionada y proviene en algunos casos de exalumnos de la UNAM que hoy, comprensiblemente, se sienten agraviados, pues consideran -por lo menos- laxas las acciones de las autoridades universitarias. ¿El nuevo culpable es el rector Graue?
La UNAM es un órgano dinámico y vivo, en constante evolución, lo que sucedió hace 35 años, no puede verse a la luz de las posibilidades y tecnologías actuales. La Universidad es autónoma no independiente, es decir, la legislación universitaria no puede estar por encima de la Constitución ni del debido proceso al que está obligada. La UNAM ha sido el semillero de los mejores abogados y juristas del país. Lo mismo se puede decir de médicos, arquitectos, filósofos, ingenieros, etcétera. Lo mejor del México contemporáneo se ha formado ahí. No lo olvidemos.
¿El comunicado del rector pudo ser mejor? Es posible, pero por ningún motivo podemos aceptar los agravios de AMLO que, en su peor versión, califica la posición del rector y de la UNAM de “puro choro mareador”. ¡Qué pobre versión de la investidura presidencial!
Es urgente no caer en la trampa ni en la seducción del totalitarismo que, al desconocer la ley, desconoce simultáneamente el Estado de derecho, así dejamos de ser ciudadanos libres y pasamos a ser siervos de la nación.
Una institución como la UNAM siempre será incómoda para el poder público, pues desde su posición de estudio e investigación es inevitablemente crítica pero siempre constructiva, siempre. Un país como México no puede permitir que desde la perversidad del poder se pretenda una Universidad sometida al régimen, todos perderíamos. Entraríamos en un oscurantismo intelectual, científico, técnico y artístico.
Lo que está en juego hoy no es el destino de la Ministra Esquivel, es si nosotros como nación podemos dejar de clamar por culpables y por sentencias sumarias como pretende la 4T, o invocar por el cumplimiento de nuestras leyes, y si es necesario que estas cambien, sea por las vías legales y no por el capricho del Tlatoani en turno.
¡La UNAM no se toca y menos desde Palacio Nacional!
@Pancho_Graue
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