Esta semana, se introdujo a la nueva administración al gabinete de seguridad. Habrán explicado al nuevo presidente la vulnerabilidad nacional: los territorios controlados por el crimen, los agentes nacionales y extranjeros que operan en nuestro territorio; los arreglos de cooperación con Washington.

 

Pero, decía Einstein “si quieres resultados distintos, no hagas siempre lo mismo”. Se espera pues que la información del gabinete de seguridad, frente a ojos distintos produzca resultados diferentes.

 

Los destacados participantes del gabinete actual habrán explicado la imposibilidad de sacar a las fuerzas armadas del combate. Habrán presentado la excelsa tecnología para minimizar los magros resultados sociales y maximizar los avances: la captura de capos.

 

La guerra en la calle no va a terminar. La duda es si la nueva administración mantendrá el dogma de sangre y fuerza de Calderón o entenderá que el desprecio oficial por el costo social de la guerra lastima y divide a la sociedad. Peña tiene la oportunidad de construir una nueva narrativa con un enfoque de reconciliación nacional.

 

En su campaña, insistió en que el actual marco normativo mexicano era suficiente, que solo requiere eficiencia operativa. Enfatizó en la necesidad desarrollar una política nacional de planeación y desarrollo urbano. Esta podría ser el pivote de transformación de la política pública y funcionar como eje de su intento de reconstrucción social, en sustitución de la guerra de Calderón.

 

Peña sabrá que casi 80% de la población vive en zonas urbanas, y que, entre los 273 programas y acciones sociales federales, no hay instrumentos dirigidos a ciudades. El CONEVAL afirma que el efecto de Oportunidades es marginal en esas zonas; y que los programas de microcréditos (25 a nivel federal) ni generan empleos, ni mejoran el ingreso. De hecho, este sexenio es la economía informal la que más creció mientras el ingreso real promedio de 2010 es semejante al de 1992.

 

Por su experiencia en el Edomex, Peña sabrá que el actual diseño de política social es obsoleto. Oportunidades sirve para áreas rurales. Al resto, le urge una cirugía mayor. Es tiempo de superar el pasado y reconocer la nueva composición de la pirámide poblacional y su distribución geográfica. Hay que alinear la política social con la demografía.

 

Las ciudades crecieron sin orden ni estructura, ni siquiera existen como figuras jurídicas. No hay política de planeación urbana federal, y la no reelección limita el diseño y continuidad de políticas sociales y económicas integrales y debilita los acuerdos intermunicipales. En estas condiciones en vez de potenciar a estas economías emergentes se les convierte en bombas de tiempo que no se desactivan con la renovación de espacios públicos en colonias carentes de regeneración social integral.

 

Peña sabe que tiene poco margen para lograr cambios estructurales. La reforma laboral, la lucha anti corrupción, la transparencia intergubernamental son buenas intenciones ávidas de credibilidad y con mínima viabilidad.

 

Su oportunidad de esta administración de generar cambios está en sustituir políticas públicas arcaicas por herramientas innovadoras, acordes a la realidad social y demográfica del país. Hoy, las ciudades son el centro de la confrontación social, y pueden volverse el núcleo de desactivación del conflicto con una adecuada combinación de políticas económicas, políticas y sociales. Dependerá de la voluntad de restablecer el predominio de la ley y el desarrollo sobre las balas y la fuerza.

 

 

@cullenaa | Fb: La caja de espejos