Con toda la tecnología disponible el multimillonario Carlos Slim sigue fiel a su libreta de apuntes pero, eso sí, tiene muy claro que en la construcción de su ambicioso imperio global de telecomunicaciones, los contenidos juegan un papel relevante.

 

Y en esa intención caben literalmente todos los contenidos que pueda producir o comprar para transmitirse bajo cualquiera de las modalidades que sus empresas están en posibilidad inmediata de ofrecer o que ofrecerán en el futuro. Desde transmisión de datos vía fibra óptica, hasta televisión abierta o satelital.

 

De allí el interés de Slim de participar directamente vía la adquisición accionaria en empresas editoriales de prestigio global como The New York Times –en la que participa con 7.5% de las acciones- o, más recientemente, en el grupo español Prisa en el que ya posee un 3.2% de las acciones. Más allá de invertir en la decadente industria de los periódicos, Slim está apostando por el expertise en la generación de contenidos de alta calidad que ya tienen en las redes de telecomunicaciones a sus aliados naturales para llegar al gran público emergente por video, audio o texto.

 

En los últimos años Slim ha concretado diversos acuerdos y adquisiciones relacionadas con productoras o distribuidoras de contenidos para televisión en América Latina y lo seguirá haciendo en los próximos meses.

 

México no ha sido la excepción a pesar de que la concesión gubernamental de telefonía fija le prohíbe expresamente la transmisión de video a través de sus redes telefónicas. El acuerdo firmado con MVS del empresario Joaquín Vargas para comercializar los servicios de televisión satelital Dish a través de su red de Telmex o, más recientemente, su exitosa incursión en la transmisión de los Juegos Panamericanos 2011 a través de sus canales de video vía internet, Uno TV, son muestra fehaciente de que Slim está decidido a dar el salto para convertirse en uno de los grandes generadores y distribuidores de contenidos globales y para eso tiene ya cinco satélites que cubren el territorio de la América Latina y operará otros dos más en los próximos años hasta 2015.

 

El plan no tiene tregua como lo dejó claro hace unos días en España la directora de relaciones con inversionistas de América Móvil, Daniela Lecuona. Slim está decidido a convertirse en un jugador fuerte en televisión de paga y televisión abierta en México y en América Latina. “Va a pasar tarde o temprano”, dijo Lecuona en la reunión de Madrid.

 

Por eso no nos extrañe si en los próximos meses el magnate de las telecomunicaciones cierra nuevas compras o acuerdos estratégicos en esta dirección tanto en México como en otras latitudes, especialmente orientadas a la televisión de paga.

 

Es muy probable que antes que concluya el gobierno del presidente Felipe Calderón el próximo año, Carlos Slim obtenga finalmente la autorización gubernamental para entrar a competir al mercado de la televisión abierta -y por cable- una vez que la Comisión Federal de Telecomunicaciones dé su visto bueno para licitar nuevas frecuencias de televisión abierta en México.

 

Slim sabe que las redes de telecomunicaciones que ha construido y que hoy representan su negocio de mayor potencial, requieren contenidos para fortalecerlos. Y allá va.

 

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