En un país donde un promedio de 10 mujeres son asesinadas a diario, colectivas feministas buscan alzar la voz en las calles este 8 de marzo, no solo para ser escuchadas por las autoridades en demanda de justicia, sino para que la ciudadanía visibilice este problema.
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Para las activistas, la intervención de monumentos y espacios públicos en las marchas por el Día Internacional de la Mujer (8 de marzo) es fundamental en la visibilización de la lucha por los derechos de las mujeres, además de ser un espacio catártico para las víctimas de situaciones de violencia, señalaron.
“Nos ayudan a nombrar. Siempre decimos, lo que no se nombra, no existe. Y aunque la efeméride no alcanza para combatir el problema, sí ayuda para nombrarlo, para visibilizarlo”, destacó María Elena Esparza Guevara, fundadora de la organización Ola Violeta, en pro del derecho a la consciencia corporal de las mujeres, en entrevista con 24 HORAS.
La activista añadió que es indispensable salir a tomar las calles a exigir justicia, pues “todo esto que tiene que ver con la crisis de feminicidio que hay en el país, es muy relevante no perderlo de vista y no dejar de insistir en la exigencia de justicia, no solo en los casos más mediáticos, como han sido, por ejemplo, el de Debanhi en Nuevo León, el de Luz Raquel el año pasado en Jalisco, sino todas, las que conocemos sus nombres y las que no, esas 10 mujeres que cada día, según las cifras oficiales, mueren víctimas de feminicidio”.
Y es que de acuerdo al Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, en 2022 ocurrieron 948 feminicidios… pero también 2 mil 808 homicidios dolosos contra mujeres, es decir, un total de 3 mil 756 mujeres fueron asesinadas el año pasado, un promedio de 10 cada día.
Sobre el tema, Daniela Pascual, vocera de la colectiva Restauradoras con Glitter, hizo hincapié en que no se debe calificar de vandalismo la intervención de monumentos históricos que suceden en estas movilizaciones.
“No podemos estar pensando que esto es violencia o agresión por parte de las mujeres, cuando en realidad es una respuesta y no podemos criminalizar, simplemente quedarnos en la superficie de los hechos de lo que pasa en las protestas y las marchas, porque en realidad sí hay un motivo de fondo, que es un problema social fuerte de violencia hacia las mujeres”.
“Esa es nuestra lucha, seguir en este cambio de discursos, donde otra vez se busca la censura o tachar a las mujeres de vandalismo, de criminales, de alborotadoras, todos estos discursos, que en realidad lo que están haciendo es otra vez oprimir y tratar de poner a la mujer en su huacal, otra vez ‘tú no hables, tú cállate, tú no digas lo que pasa, eso no es cierto’”, explicó Pascual.
Con ella coincide Renata Villarreal, de la colectiva Marea Verde, quien añadió que también es relevante que “cada vez más mujeres y niñas empiezan a ver que hay mujeres que tampoco están conformes con lo que vivimos y quizás no se unan a las marchas, pero es un inicio para empezar a informar de lo que es el feminismo”.
La vocera de Marea Verde también destacó otro aspecto de estas movilizaciones: “Son como un poco terapéuticas las marchas, porque ahí reímos, lloramos, cantamos, hacemos catarsis muchas, porque muchas ese día justo se animan por primera vez, muchas mujeres, señoras, niñas, adolescentes, a hablar por primera vez de alguna violencia que vivieron, es como una energía que cubre… No sé cómo explicarlo, es una energía que cubre físicamente, en la marcha, pero también en línea, en línea también hay esta visibilidad que da fuerza a muchas mujeres a acompañar a otras mujeres, a creerle a otras mujeres, a escuchar a otras mujeres”.
LEG