La política monetaria restrictiva implementada por la Reserva Federal de los Estados Unidos (Fed) ha implicado tensar la cuerda para jalar a toda la economía estadounidense fuera del ambiente de alta inflación que ha vivido desde hace ya un par de años.
Ha sido un movimiento brusco en una economía que se había malacostumbrado al dinero barato, a vivir del consumo sin consecuencias crediticias por ese prolongado tiempo con las tasas de interés prácticamente en niveles del cero por ciento.
La cuerda de la economía estadounidense se asume como resistente para tener este tipo de cambios radicales en las estrategias fiscales y monetarias, pero siempre ocurre que la cuerda se rompe por lo más delgado.
Es un hecho, en el 2008 el sistema financiero colapsó. Dejó al descubierto los juegos más ambiciosos del mercado y arrastró a no pocos bancos y empresas que quedaron atrapadas en el juego desatado por las hipotecas de muy baja calificación, justo en otro repunte de las tasas de interés que las volvió impagables.
Hoy las circunstancias son diferentes, no parece haber un riesgo sistémico en la banca de los Estados Unidos, por lo tanto, las consecuencias pueden no ser tan graves como aquella gran recesión del 2009.
Pero hay elementos que estuvieron presentes entonces y que hoy también dejan al descubierto juegos financieros que algunos inversionistas pierden ante el alza en las tasas de interés.
Lo que hemos visto, a raíz de la quiebra del Silicon Valley Bank y el Signature Bank, es el temor desatado hasta niveles de pánico.
El refugio más seguro del mundo financiero sigue siendo los bonos del Tesoro de los Estados Unidos. Con el cielo despejado los capitales vuelan por todos los mercados buscando los mejores rendimientos, pero al primer trueno de tormenta corren ahí donde se sienten arropados por la hacienda del país más desarrollado del mundo.
Los temores se esparcen con facilidad y se empiezan a revisar a detalle la salud de otros participantes del mundo bancario, en este caso. Ahí es donde brinca la posible mala salud de una institución como el Credit Suisse, que perdió un inversionista y con él la confianza de los mercados.
Es un momento en el que el miedo puede convertirse en pánico y provocar una corrida en contra de no pocos bancos y una salida abrupta de los mercados más vulnerables.
Hay muchos bancos a los que ahora les buscan defectos y sí se los están encontrando. Son los siguientes candidatos para enfrentar salidas masivas de capital en un ambiente de temor por la salud financiera de estas instituciones.
Pero hay una mayoría de instituciones bancarias que no enfrentan realmente problemas con sus índices de capitalización o con la salud de sus carteras, pero que son víctimas de un ambiente de incertidumbre generalizada.
Parecía un episodio temporal de temor global que se apagaría con el respaldo total de la administración de Joe Biden a los bancos estadounidenses, pero llegó Credit Suisse a mostrar que puede haber mucha más gasolina para generar una reacción en cadena tras esa política de subir tanto y tan rápido las tasas de interés que se ha creado un problema financiero global.
@campossuarez