La relevancia del por qué es importante quién presida el INE, a partir de la próxima semana, tiene que ver con dos hechos fundamentales:

El primero, la continuidad de la defensa del INE en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, que es un tema de suma relevancia para el futuro democrático del país.

El segundo, que la mujer que presida al INE será la encargada de organizar dos elecciones presidenciales, la del próximo año y la del 2030 pues el cargo será ejercido durante nueve años.

Imagine el tamaño de la responsabilidad; imagine también la llegada de una persona comprometida con una causa partidista y no con la democracia, con el respeto a la autonomía del órgano electoral y al derecho de los mexicanos al voto secreto y directo.

Porque el tema, a pesar de que se ha machacado en todos los discursos oficiales, jamás tuvo que ver con el salario de los consejeros electorales, que representa un ínfimo porcentaje del presupuesto anual del Instituto.

Tiene que ver con el control de los procesos electorales.

Con el control.

Y para ello, Morena, con la ayuda del Comité Técnico de Evaluación encargado de seleccionar a los candidatos consejeros electorales, incluida la presidencia, alista la ejecución del Plan C, del que le hablamos hace unas semanas.

No está de sobra aclarar que cinco de los siete integrantes del Consejo Técnico tienen nexos o son militantes de Morena.

La conformación de la quinteta de la que saldrá la nueva presidenta del INE, por los próximos 9 años está conformada por cuatro militantes y/o simpatizantes de Morena, a pesar de que los criterios del Comité establecen que no debería haber tal relación.

Por eso, con tiempo, una de las integrantes del Consejo, Mayte Azuela, denunció que precisamente las cuatro candidatas de Morena a la presidencia del INE, no cumplían con los requisitos para participar en el proceso.

Aún así, y pese al voto particular de Azuela en contra de las morenistas, el resto del Consejo aprobó que la quinteta estuviera integrada por Bertha María Alcalde Luján, hermana de la secretaria de Trabajo, Luisa María, hijas de la Bertha Luján, presidenta del Consejo Nacional de Morena.

Guadalupe Álvarez Rascón, hija del senador de Morena, José Antonio Álvarez Lima, exgobernador priista de Tlaxcala; Iulisca Zircey Bautista Arreola, esposa del subsecretario de la Sedatu, Daniel Fajardo y Guadalupe Taddei Zavala, hermana del superdelegado del Gobierno federal en Sonora.

La única candidata que no tiene relación con Morena es Rebeca Barrera Amador, quien fue presidenta del Instituto Electoral de Baja California, defensora de los derechos humanos en la entidad.

Morena tiene la mesa puesta para hacerse de la presidencia y de ganar, para un hombre, un puesto de consejero de los tres que quedan en disputa.

En una semana sabremos lo que nos depara el futuro electoral.

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Delfina Gómez se registró ayer como candidata a la gubernatura del estado de México, en un escenario propio del PRI del siglo pasado: arropada por los gobernadores de Morena y hasta un festival en el que hubo bailables y todo lo demás.

Haga de cuenta que estaban festejando el triunfo en la elección y no el simple registro.

Quizá eso se deba a que la maestra tiene, según encuestas, una diferencia de 25 puntos con la candidata del PRI, Alejandra del Moral, aunque en el tricolor estiman que la diferencia es de 7 puntos.

A ver.

LEG