Tomar selfies no es sólo un hobbie que nació de Instagram, puede convertirse en una adicción y producir la misma reacción química en el cerebro que los adictos a drogas como la cocaína.
“Al buscar habitualmente el reconocimiento en redes sociales, nuestro cerebro se acostumbra al placer que generan los likes y se registra mayor producción de dopamina, incluso antes de publicar la fotografía, produciendo un proceso patológico”, explicó Eduardo Calixto González, director del Departamento de Neurobiología del Instituto Nacional de Psiquiatría “Ramón de la Fuente”.
Los jóvenes adictos a las selfies necesitan reforzar continuamente su autoestima, dice en entrevista con 24 HORAS, expresan una necesidad de repetir el evento porque obtienen una recompensa inmediata, los likes, y se ve reflejado en la liberación de dopamina.
“Es el mismo mecanismo que se registra con los fármacos para producir una adicción”, añade el también autor de la ponencia “Cuando la vida vale un “like”: adicción a las redes sociales” que se presentó en marzo en el Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM).
¿Cuándo comienza?
Calixto González explica que la adicción a las redes sociales comienza a partir de los 12 a los 18 años y altera algunas zonas del cerebro como la corteza cerebral, que procesa la información sensorial y nos permite pensar, planear, resolver problemas y tomar decisiones.
Las selfies en estos casos, dice, se vuelven en una búsqueda por conceptualizar una posición, reafirmar su lugar ante el grupo y se convierte en un trastorno de personalidad que puede derivar en suicidio si el adicto presenta otras enfermedades como la depresión.
Este fenómeno, alerta, podría ser considerado en cinco años como un problema de salud pública, por lo que deben enfocarse recursos y programas para resolverlo.
“No es de risa ni puede verse de manera ligera, cuando los jóvenes se alejan más de la convivencia”, añade.
Primer “selfieadicto”
Danny Bowman, un joven inglés de 19 años de edad, diagnosticado con el trastorno dismórfico corporal y el trastorno obsesivo compulsivo, desarrolló una adicción selfie en la que tomó hasta 200 fotos de sí mismo al día. “Es un problema grave. No es una cuestión de vanidad”, explicó el psiquiatra David Veale, cuya clínica ayudó a tratar al adolescente.
Signos de dependencia
*Tomarse fotografías para redes de manera regular.
*Imposibilidad de dejar el hábito.
*Dedicar más de 6 horas al día en la actividad.
*Extralimitarse para conseguir la imagen que se busca proyectar.
*Sentir que se necesita una selfie para funcionar cotidianamente.
¿Qué hacer?
Especialistas aconsejan a los padres hablar con sus hijos sobre el uso correcto de los medios sociales y dedicar con ellos tiempo a otras actividades al aire libre, lejos de dispositivos móviles. Para buscar tratamiento, acudir al Instituto Nacional de Psiquiatría “Ramón de la Fuente. Calz México-Xochimilco 101, Tlalpan.