Si de lo que se trata es de encontrar culpables por los efectos sociales del aumento en los precios de las gasolinas hay que apuntar, sin duda, hacia el Gobierno federal por ser tan mal comunicador. Pero también hay que ver a los partidos políticos y lo que hicieron y no hicieron desde el Congreso.

 

Tal parecía que después de la pifia gubernamental con el caso de los normalistas desaparecidos en Iguala en 2014 había aprendido la lección de que todos los espacios que deja vacíos se ocupan. Y en ese afán de considerar que ése no era un problema federal, acabó la administración de Enrique Peña Nieto cargando con una responsabilidad totalmente ajena.

 
Con la liberación de las gasolinas les pasó exactamente igual; su mala estrategia de comunicación ha llevado a enfrentar facturas altas, pagadas en su mayoría por los comerciantes y los ciudadanos afectados.

 
Al viejo estilo priista optaron por el sabadazo, por un anuncio camuflado por las vacaciones de fin de año en un absurdo intento de que la noticia pasara desapercibida. En diferentes espacios señalamos que eso resultaba imposible cuando el intento de ocultamiento era de un hecho que afectaba directamente al bolsillo de muchos mexicanos que si bien son una minoría con auto, son los que tienen una mayor voz social, potenciada ahora con las redes sociales.

 
Si durante las semanas finales del año hubieran explicado lo que ahora intentan exponer con desesperación, seguro que el enojo no habría sido menor, pero ese factor sorpresa que aprovecharon los rupturistas para imponer la manifestación violenta y el saqueo había quedado anulado.
Aunque también hay que voltear a ver a los partidos políticos, a ésos que hoy se desgarran las vestiduras apuntando al Gobierno federal como quien apunta al ladrón, mientras se ponen del lado del pueblo.

 
Los precios de las gasolinas subieron a los niveles de hoy porque una mayoría en el Congreso así lo aprobó en la reforma energética. En esa virtuosa reforma (sí, dije virtuosa y afortunada) participaron el PRI y el PAN.

 
Si los impuestos a las gasolinas son altos es en buena medida por el resultado de la terrible reforma fiscal, aprobada también en aquellos primeros años de este gobierno. Ese paquetazo fiscal fue producto de la unión de los votos del PRI y del PRD. Como sea, la reforma sí aportó más recursos a la federación.

 
La peor de todas las actitudes es la del partido de López Obrador, Morena, que se opone a todo, promueve la parálisis, pero es el primero en estar ahí para sacar provecho electoral de las circunstancias.

 
Fueron también los partidos políticos los que aprobaron limitar el año pasado el aumento de las gasolinas a 3%, lo que provocó la burbuja que estalló ahora.

 
En términos económicos, la liberación de los precios de las gasolinas era la única medida posible para un país importador neto de petrolíferos como México. Lo contrario era políticamente correcto, pero era también mantener el suicidio financiero de la economía nacional.