Como un auténtico bravucón se dejó ver Napoleón Gómez Urrutia en el Senado de la República durante la aprobación a las reformas de la Ley Minera. El senador de Morena, que nada tiene que ver con el sector obrero, salvo que vive desde hace más de 20 años como millonario de las cuotas sindicales y de explotar a los mineros, se rasgó en varias ocasiones las vestiduras para decir que las empresas mineras cometen infinidad de injusticias contra los trabajadores.

Un montaje fue lo que se vio, apareció en conferencia de prensa con pancartas para reforzar una supuesta aprobación a esa ley. La verdad que no había necesidad, se sabía que la reforma pasaría sin ningún inconveniente, pero era una oportunidad para la foto y para según mostrar su descontento a una industria que lo ha señalado y perseguido por ratero.

Napillo habló de injusticia, de desigualdad, de explotación laboral y de violación a los derechos laborales; caray, cualquiera pudiera decir que el señor se estaba describiendo, pero no, él se refería a una industria que da dos millones de empleos y estabilidad laboral al país.

Napillo repartió en el Senado cascos de mineros como si fuera un disfraz, ahí se ve el poco respeto que le guarda a nuestro oficio y es que no se trata de un atuendo, como ese impostor lo ve, sino que es parte de nuestro equipo de seguridad personal, que nos ayuda como mineros a resguardar la vida, esa que ha demostrado que le vale.

Levantar la voz en favor de los mineros siempre resultará una burla cuando sale de la boca de Napillo. Dejémonos de farsas y veamos la realidad. Justicia sería que regresara los 55 millones de dólares que le robó a miles de mineros de sus jubilaciones y pensiones. Justicia sería que fuera a parar a la cárcel por este delito.

Exige que se dignifique a los mineros, cuando los utiliza como moneda de cambio para extorsionar a las empresas y hacerse de millones de pesos. ¿Cómo habla de una repartición justa de la riqueza cuando él y toda su familia tienen propiedades valuadas en millones de dólares? Que nos diga de dónde sacaron todo ese dinero para comprarlas, créanme que un minero no tiene ni siquiera un 0.1% de la riqueza de la familia de Gómez Urrutia.

Cómo exigir derechos cuando Napillo fue el principal culpable de que el reparto de utilidades disminuyera en un 80 por ciento para los trabajadores de la industria minera, se movió y trabajó como nunca para que toparan las utilidades a tres meses y hoy miles de familias lo resienten fuertemente en sus ingresos. ¿Y todavía se dice líder y defensor obrero?

Napillo no sólo se ha metido con los ingresos de los trabajadores, sino también con el empleo, a cada cinco minutos lanza embates contra las empresas para que se les sancione, para que cierren, para que pierdan la confianza de invertir en México, eso sin contar, las huelgas eternas y paros ilegales que organiza.

Díganme quién en su sano juicio puede vivir atacando a quien le da empleo y sustento económico a quienes supuestamente apoyas y representas; pues nadie, sólo Napillo, de ese tamaño su liderazgo.

Lo que profesa Napillo no es justicia sino venganza, quiere acabar con quienes son testigos y lo señalan de abusivo, explotador y ladrón; él, quiere dañar a las empresas que piden que devuelva los 55 millones de dólares a los mineros. Justicia es hacer cumplir la ley a uno de los protegidos y cínicamente impunes de esta administración.

 

    @CarlosPavonC