Llevan cascos de segunda mano y sus armas no matan, pero la guerra a la que juegan tiene mucho de real para los niños ucranianos, según un reportaje especial de AFP.
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Con su estela de destrucción y sufrimiento, la invasión rusa ha impactado en los juegos infantiles y en la forma en que los niños interactúan.
“Me gusta mucho jugar a la guerra. Quiero crecer y convertirme en un héroe de guerra de verdad”, dice Maksim Mudrak, un niño de 10 años, con uniforme de tamaño infantil, un casco que le queda grande y un arma de plástico.
El padre de Maksim, que no era militar, murió cerca de Kiev. “Quedó muy afectado por la muerte de su padre. Maksim piensa en él todo el tiempo. Va al cementerio y se echa a llorar”, dice su abuela Valentina, de 72 años.
Para Maksim, convertirse en soldado es una forma de preservar la memoria de su padre, y tiene una idea muy clara de quiénes fueron los culpables.”Veo a los rusos como mis peores enemigos”, afirma.
RUSOS
La guerra significa para muchos niños ucranianos perder a seres queridos, verse apartados de sus escuelas o sus casas y expuestos a todo tipo de horrores. De hecho, más de 500 niños murieron desde el inicio de la invasión, según datos de la ONU.
Lesia Shevchenko dice que su hija Dana, de 8 años, solía preguntar sólo una cosa cuando conocía a otros niños: “¿Cómo te llamas? ¡Vamos a jugar!”.
Pero en un viaje familiar a la costa búlgara, observó que su hija empezaba con otra pregunta: el país de origen. En el caso de los niños rusos, Dana se dio la vuelta y se alejaba en silencio.
“No me apetece hablar con ellos, eso es todo. Probablemente porque pienso que todos los rusos son de cierta manera, y porque para mí son malos”, explica Dana.
VENGANZA
En otro tono, Irina Kovalenko le ha enseñado a sus hijos que los rusos son colectivamente responsables de la guerra, y que quienes son “buenos” tienen que demostrarlo. Su hija Sofía, de 6 años, lo resume así: “Mi madre me dijo que están lanzando bombas a Ucrania desde Rusia“.
Uno de los chicos que juegan a la guerra con Maksim, el niño que perdió a su padre al inicio de la invasión, va más allá. “Quiero realmente vengarme por los soldados que murieron en el frente”,dice Andrii Shirokih, de 13 años, con una armadura casera y un uniforme militar.
Sueña con ser soldado, y afirma que no tiene ningún interés en ir a la escuela, salvo si es para aprender táctica militar: “quiero hacerle a los rusos lo mismo que nos han hecho”.
CON INFORMACIÓN DE AFP
LEG