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Foto: Cuartoscuro / archivo / El peritaje arrojó que el auto del prelado recibió 57 impactos directos de bala en ambos lados  

Se cumplen 30 años de la muerte del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, quien, en ese momento era vicepresidente del Episcopado Mexicano; a la fecha, el caso no se esclareció del todo, está impune y las hipótesis sobre su asesinato siguen: el crimen fue circunstancial o era uno de los objetivos de los asesinos.

El 24 de mayo de 1993, el sacerdote perdió la vida y, junto con él, su chofer y cinco personas más, en un trágico ataque en el aeropuerto de Guadalajara, Jalisco, a donde había acudido a recoger al entonces nuncio apostólico, Girolamo Prigione, para después asistir a una misa.

La versión de la Procuraduría General de la República en ese momento fue que Posadas Ocampo había quedado en medio de un enfrentamiento entre los cárteles de Sinaloa, de Joaquín El Chapo Guzmán, y el de Tijuana, de los Arellano Félix.

Durante la averiguación se dijo que el homicidio fue consecuencia de una confusión de vehículos: el que ocupaba el cardenal ese día y el que usaba El Chapo, a quien pretendían matar.

El 6 de mayo de 2004, el juez cuarto penal condenó a 40 años de prisión al autor material del crimen: Edgar Eduardo (o Nicolás) Mariscal Rábago, El Negro, quien confesó haber dado muerte al cardenal junto con Juan Francisco Murillo Díaz, El Güero Jaibo, y condenó, también, a diversos gatilleros que participaron en el tiroteo.

Sin embargo, de acuerdo con la Iglesia Tapatía, el último de los involucrados preso ya murió y no hay más involucrados en prisión.

 

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