La violencia no es admisible más que en las condiciones que establece la ley para la defensa propia, la seguridad pública y nacional y, ciertamente, no es esa la motivación del grupo dudosamente pacífico que desmanteló el plantón frente a la Corte presidida por la ministra Norma Piña.

La ciudadanía que se manifiesta no se toca. ¿O ya cambiamos de opinión?

No está claro si el estilo de las violencias empleadas contra los integrantes del plantón es parte de una interpretación ciudadana de aquella propia de los organismos de extrema derecha. Los mismos que un día y otro también usan denostaciones elegantes para los simpatizantes del movimiento que encabeza Morena y para el presidente Andrés Manuel López Obrador, tales como “nacos” o “el cacas”.

¿Se trató simplemente una cavernaria tropicalización del estilo “frontal y directo” que dice Piña defender?

La reciente Encuesta Nacional sobre Discriminación del Inegi lo revela: las experiencias de discriminación van en aumento. Hace cinco años, una cuarta parte de las y los mexicanos la había experimentado; ahora es una tercera parte.

El Presidente no ha dividido a la sociedad. Existen condiciones estructurales ocultas y explícitas que demuestran una sociedad diferenciada a partir de elementos tan diversos como sexo, edad, ingreso, poder, educación. Su estilo político ha evidenciado la división y con ello ha politizado a los más desfavorecidos.

El memorial de la Guardería ABC fue destruido y las cruces fueron empleadas para golpear. Las imágenes recogidas por los medios de comunicación exhiben jaloneos o incluso a un hombre de mediana edad amagar con los puños a un adulto mayor. El marasmo opositor dice que “el oficialismo” miente sí señala que hubo violencia.

¿Qué habrían dicho si hace más de tres años, el plantón de Frenaa (Frente Nacional anti AMLO) hubiera sido desalojado por la misma vía presenciada este domingo? ¿Por qué ellos sí podían permanecer en el Zócalo y no quienes disienten de la ministra Piña?

¿Quienes el domingo encabezaron la marcha de 2 mil o 3 mil en defensa de la Corte —como José Ángel Gurría, exsecretario de Hacienda con Ernesto Zedillo— se deslindarán de la violencia o la legitimarán con su silencio?

¿Qué pasará después del próximo 4 de junio cuando, de acuerdo con las tendencias de prácticamente todas las encuestas, la candidata del partido mayoritario, Delfina Gómez, gane la gubernatura del Estado de México, luego de más de 90 años de gobiernos tricolores?

¿Que hará la derecha con todo su enojo y cómo lo proyectará en la campaña preelectoral que se abrirá inmediatamente después del próximo domingo?

La jefa de Gobierno de la CDMX, Claudia Sheinbaum, planteó que para los sectores desplazados del poder la democracia es una interpretación parcial y convenenciera de un espacio delimitado en exclusiva para ellos: “ellos ven la democracia de manera autoritaria, solo para ellos”. ¿Cómo nos cuidaremos de esas células de violencia?

      @guerrerochipres