Finalizados los procesos electorales en el Estado de México y Coahuila, arranca la campaña presidencial hacia 2024. Ya no podremos llamarnos a engaño de cómo será esta campaña y sus previsibles resultados si no hay cambios radicales en la oposición.

El nuevo acarreo se llama encuestas; la campaña del Edomex, carente de propuestas y los dos debates, absolutamente inútiles, de las candidatas, fue sustituida por una campaña de encuestas impulsada por Morena que le “daban” a Delfina Gómez una ventaja superior a 20 puntos sobre Alejandra del Moral, quién sólo fue capaz de responder que estaban acortando la distancia y que, “caballo que alcanza gana”.

Las dos candidatas mintieron de la misma forma que sus supuestas encuestas: ni Delfina fue la aplanadora que decía ser -su ventaja final fue de 8.31%- y Alejandra sólo tenía un mísero jamelgo para competir: el PRI.

Ninguna de las candidatas fue capaz de vencer al abstencionismo y la ganadora, Delfina Gómez, tendrá una representatividad real de 26% de los electores del Estado de México. Pero logró lo que quería: muchos recursos y votantes cautivos para 2024.

Si se cree que el resultado de ayer va a servir de acicate para mover, ahora sí, a los abstencionistas en el próximo año, se caerá en el mismo error que se viene cometiendo desde hace casi cinco años. AMLO ha sido mucho más eficiente en inocular la continuidad inevitable de la 4T en 2024, que los partidos de oposición en saberse presentar como una alternativa real para los ciudadanos.

La alianza opositora cómo fue ideada hace un par de años, murió ayer de forma fulminante. El Revolucionario Institucional pasa de ser un partido nacional a un muy pobre partido regional; Coahuila y Durango representan sólo 4% del padrón nacional de electores. De hecho, a partir de ayer, el PRI tiene menos peso electoral que Movimiento Ciudadano y es ahora similar al Partido Verde. Del PRD, nadie tiene claro qué aporta cómo aliado electoral.

Si quedaba alguna duda de lo que Alito puede aportar a la alianza -que no sea su ego- ayer quedó muy claro: nada.

También quedó claro que Marko Cortés y Jesús Zambrano no representan a sus partidos ni mucho menos a los electores adversos a la 4T. El resultado de ayer confirma que, si se quiere reconstruir la idea de una posible alianza, se debe de empezar por exigir la renuncia inmediata de todos sus dirigentes a fin de enviar a los ciudadanos un mensaje renovador. Sobre todo, en el PAN.

Acción Nacional tiene dirigentes alternativos muy atractivos como Mauricio Vila -gobernador de Yucatán- que podrían encabezar una alianza mucho más pragmática y con un liderazgo que deje fuera a personajes como Alito, y muchos otros más, que producen un rechazo total en los ciudadanos.

Por el lado de Morena, ayer ganó Claudia Sheinbaum, quien demuestra que una mujer morenista sí puede llegar al poder. Claudia tendrá en Delfina Gómez una aliada incondicional con muchos recursos y votantes cautivos.

La victoria de Manolo Jiménez en Coahuila se explica por un muy buen candidato que sí tuvo tiempo de construir una campaña exitosa y, sobre todo, por la visión del gobernador Miguel Riquelme (quién podría ser un gran relevo del nuevo PRI regional). Que no vengan ahora con que fue un triunfo de la alianza.

El PAN debe imponerse a sus socios en la coalición y evaluar -y sumar- a otras opciones que aporten lo que el PRI y el PRD ya no pueden dar. Lo que Acción Nacional ya no tiene, es tiempo que perder. Tal vez el tema ya no es la elección presidencial sino enfocarse en la representación de la alianza en el futuro Congreso. Es posible que allí esté su oportunidad de reconstruir su relación con sus votantes.

 

@Pancho_Graue

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