Desde principios de este 2022, Irán aumentó su actividad diplomática, en búsqueda de compromisos en su intento de reducir su aislamiento, mejorar su economía y proyectar una imagen de fortaleza.
El presidente ultraconservador iraní, Ebrahim Raisi, lidera estos esfuerzos con viajes a China, Siria e Indonesia, a Venezuela, Nicaragua y Cuba, recibiendo al jefe de la diplomacia de Arabia Saudita o acercándose a otros rivales regionales históricos como Egipto.
Y esta semana, su ministro de Asuntos Exteriores, Hossein Amir-Abdollahian, viajó a Omán, país mediador en las conversaciones indirectas entre Irán y Estados Unidos para hablar del programa nuclear de Teherán y de un posible canje de prisioneros.
Irán también busca mejorar sus relaciones con China: en febrero Raisi hizo el primer viaje en dos décadas al gigante asiático con la esperanza de impulsar inversiones significativas, en medio de tensiones con el país norteamericano.
Presentándose como uno de los pilares del “nuevo orden mundial”, junto a Rusia, Corea del Norte y la propia China, la República Islámica también quiere extender su influencia al sudeste asiático, África y América Central.
CON INFORMACIÓN DE AFP
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