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Héctor Zagal

(Profesor de la Facultad de Filosofía en la Universidad Panamericana)

México sigue siendo un país donde la religión católica predomina. Según el Censo de Población y Vivienda que realizó el INEGI en 2020, el 77.7% de la población se considera católica, el 11.2% pertenece a iglesias protestantes y evangélicas, un 8.1% no profesa religión alguna y el resto es parte de otras. Y este hecho se refleja en el arte, especialmente en el arte novohispano.

Esto explica por qué la figura de la Virgen María es una constante de buena parte de la iconografía del arte de nuestro país. Basta recordar que, no hace mucho, una precandidata presidencial, mujer de izquierda, utilizó una falda con una imagen de la Virgen de Guadulupe en un acto público.

Ciertamente, María no es una figura exclusiva de los católicos. María también es muy importante para la iglesia copta, la ortodoxa griega, la rusa, la armenia y alta Iglesia anglicana. Incluso en el Islam, María tiene una mención especial, por ser madre de Jesús, quien es considerado por los musulmanes como un profeta.

Hoy, 15 de agosto, los católicos celebran la Asunción de María, es decir, el momento en fue llevada en cuerpo y alma al Cielo, una vez que había cumplido con su misión terrenal. Cuestión de fe. Pero yo no voy a hablarles sobre religión, sino sobre cómo el culto a la Asunción ha generado un arte extraordinario alrededor del mundo y especialmente en la Nueva España y el México independiente.

A la Virgen comúnmente se le representaba con el azul ultramar, uno de los colores más caros hasta antes de la llegada de los pigmentos sintéticos. Los pintores europeos conseguían este azul de la piedra semipreciosa lapislázuli, difícil de conseguir y de moler, lo que hacía que su precio en ocasiones superara al del oro. Sin embargo, el color que se conseguía de esta piedra era un azul muy intenso y bello, por lo que los pocos pintores que tenían acceso a él lo apartaban exclusivamente para los ropajes de la Virgen. Tras la conquista de estas tierras, los pintores descubrieron el azul añil que utilizaban los mayas. Este “azul maya” se preparaba a partir de diversas plantas del género Indigofera. Basta un vistazo a los óleos novohispanos para admirar la belleza de este azul.

Otro elemento en la iconografía maríana es la luna creciente a los pies de María. Este tipo de pinturas se conocen como Vírgenes Apocalípticas. En el Apocalipsis 12:1, se describe a una mujer de la siguiente manera: “Y apareció una gran señal en el cielo: una mujer vestida de sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas”.

En la Iglesia de la Enseñaza del centro de la Ciudad de México, hay una Virgen Apocalíptica con una gran abundancia de elementos iconográficos. A ésta se le representa con la luna, el sol, la corona y un dragón siendo aplastado por ella. Este último elemento también proviene del Apocalipsis: “También apareció otra señal en el cielo: he aquí un gran dragón escarlata, que tenía siete cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas siete diademas”.

Hay una costumbre muy curiosa del mundo hispanoamericanos: coronar a las imágenes de la Virgen. Antiguamente, también era una costumbre vestirlas con mantos y joyas: “las perlas de la Virgen”. Algunos santuarios católicos dedicados a María tienen un camarín, una especie de camerino, donde se reviste a la imágenes. Algunos de estos camarines son piezas maestras de la arquitectura novohispana, como los camarines de Tepotzotlán y de Ocotlán (Tlaxcala). Pero no sólo eso, sino que se le llegó a dar títulos e insignias militares a algunas advocaciones de la Virgen, como es el caso de la Virgen de Zapopán y de la Virgen del Pilar (España)

Durante la Independencia, la lucha no sólo fue entre realistas e insurgentes, también fue entre vírgenes. En efecto, cada bando tenía su propia advocación de la virgen, pues mientras los realistas se protegían bajo el manto de la Virgen de los Remedios, los insurgentes hacían lo propio con la Virgen de Guadalupe.

La Virgen de Guadalupe, ciertamente, se ha convertido en un símbolo ligado a la nación mexicana. La primera bandera que Hidalgo ondeó llevaba su imagen e, incluso hoy, el ayate de la Basílica de Gudalupe sigue atrayendo a millones de fieles cada 12 de diciembre. Según Forbes, el año pasado llegaron más de 10 millones de peregrinos al templo

Y bueno, otro día les contaré por qué la Virgen de los Remedios era la Virgen española.

Sapere aude!

Profesor de la Facultad de Filosofía en la Universidad Panamericana