Presidente, este es un llamado fraternal del doctor más popular de la 4T (sé que la competencia es escasa, con 700 mil muertos por Covid, pero no quisiera que se me regatearan los méritos): necesito, ya, que intervenga.
Señor, se acaba el sexenio, y no me ha hecho justicia la revolución. Mi compromiso por la 4T es, por supuesto, desinteresado, pero el desinterés agarra más punch con algún gesto material, como nos han enseñado sus colaboradores más cercanos e incluso algún que otro familiar.
No se lo reprocho. Es culpa mía. Al doctor Patán no se le dan los negocios. La verdad, a todo he llegado tarde. Un día dije, ¿y si me compro una casita en Houston? Es una ciudad muy tranquila, cerca de mi México, con buen shopping y buena carne para el asador de la alberca. Igual Pemex, ese cuerno de la abundancia, me echa la mano. Bueno, se me adelantó el Joserra. (Invita, canijo: se van a echar a perder esas verduras del Costco).
Otro día me levanté con esta idea, ¿qué tal un préstamo de ciento y pico millones? Ya estaba asignado. ¿Una lana para el estadio de beis? Lo mismo. (Sí, sí: su doctor no tiene estadio de beis. Pero no creo que eso sea un obstáculo para recibir dinero de la 4T.) ¿Y si le vendo Ivermectina al Gobierno de la Ciudad? Bum: Pepe ya la había distribuido. Ok: fentanilo. Charlie Lomelí se puso antes las pilas. ¿Y si le vendo chocolatito a Palacio Nacional, para las cenas con tamales y atole? Se me adelantaron los peques. Del cash mejor no hablamos: es un área demasiado competida.
En fin, señor, que estoy poco menos que desesperado. Si a todas esas ideas geniales frustradas por problemas de timing le suma que los negocios, en este país, se los está llevando el ejército, estoy con muy poco margen de maniobra, y no todos tenemos la capacidad de un grande como usted de llevar 200 varitos en la bolsa y viajar en Suburban desde un palacio. De plano, oh, líder, me está llegando el agua a los aparejos.
Se me ocurren dos soluciones, para las que pido su ayuda: o me consigue chamba como fisioterapeuta en las Guacamayas de Palenque (no es mi área de expertise, pero sabemos que hoy por hoy eso tampoco es un requisito) o de plano organiza que me caiga un porcentajito, por concepto de asesoría, de los seis mil millones de la Secretaría del Bienestar que han canalizado a –espero, creo, corríjame– las campañas.
A cambio de una suma razonable, es decir: de lo dicho, que le haga justicia la revolución, el doctor Patán está dispuesto a convertirse en el consultor Patán.
@juliopatan09
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