(Fotos: Ana Saldaña)

Ojalá y cada vez los restauranteros entiendan lo importante que es darle un buen servicio al comensal no sólo en cuestión de alimentos, sino también de vinos. El beber un buen vino, acompañado de una buena comida, es un gran placer y puede resultar en una experiencia memorable. Un buen vino enaltece los platillos. Uno malo, los nulifica. Sin embargo, para muchos, la figura del sommelier es una personalidad temida, a veces con razón, por su arrogancia y su superioridad. Un buen sommelier se debe ganar el respeto de la mesa, ofrecerle al comensal el mejor vino con la mejor relación precio calidad y no imponerse.

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