El ex mayordomo del Papa, Paolo Gabriele, ha sido condenado hoy a 18 meses de cárcel por el Tribunal de Justicia del Vaticano por haber robado documentos del Pontífice, quien tiene la potestad de perdonarlo.
“La posibilidad de la concesión del perdón por parte del papa es muy concreta y muy verosímil”, dijo el portavoz, Federico Lombardi, poco después de que el tribunal compuesto por Giuseppe della Torre, Paolo Papanti Pelletier y Venerando Marano condenara a “Paoletto”, como es conocido, a tres años de cárcel por robo de documento, pero redujera la pena a la mitad tras aplicarle varios atenuantes.
El Tribunal se basó en el Código de Procedimiento Penal italiano de 1913, conocido como Zanardelli, y en el Código Penal de 1889, de Humberto I, que son la fuente normativa del Estado de la Ciudad del Vaticano, para condenar a Gabriele, pero echó mano de una normativa de Pablo VI de 1969 para reducir la pena a la mitad y condenarle a pagar los costes del juicio.
“Paoletto” fue condenado a tres años por robar documentos reservados del Pontífice del Apartamento Papal “abusando de la confianza” depositada en él”, pero la pena le fue rebajada a la mitad al no tener antecedentes penales y por los servicios prestados antes de los hechos por los que hoy fue condenado.
Otras atenuantes fueron el “convencimiento subjetivo, aunque erróneo, indicado por el imputado como la causa de su conducta y el ser consciente de haber traicionado la confianza del Santo Padre”.
Gabriele, que vestía un traje gris, camisa blanca y corbata azul oscuro, escuchó la sentencia de manera impasible, sin expresar sentimiento alguno.
Al ser una condena menor a dos años, no irá a prisión y tras conocer la sentencia volvió a su casa, en el Vaticano, donde seguirá en arresto domiciliario hasta que decidan los jueces, una vez visto si la recurre o no en apelación.
Tras escuchar la sentencia, su abogada, Cristiana Arrú, dijo que era “buena”, pero que tenía que ver si es “equilibrada” y conocer las motivaciones de la misma antes de decidir.
Hoy “Paoletto” tuvo la última palabra en el juicio y al ser preguntado por el Tribunal si se sentía culpable o inocente dijo que actuó “por amor” a la Iglesia y al papa.
“La única cosa que siento muy fuerte dentro de mí es la convicción de haber actuado por exclusivo amor, diría visceral, por la Iglesia de Cristo y por su Jefe visible (el Papa). Repito, no me siento un ladrón por lo que he hecho”, dijo.
Ya en el interrogatorio del 2 de octubre, afirmó que la situación de “desconcierto” que veía en el Vaticano, así como la corrupción en la Iglesia fue lo que le empujó a reunir documentos y filtrarlos a la prensa, con el objetivo de que la publicación de los mismos supusiese un ‘shock’ para la Iglesia y ésta volviese al buen camino.
Paoletto” dijo que el papa es una persona “manipulable”, que muchas veces hacía preguntas que demostraban que estaba mal informado y que “tenía que saber” lo que ocurría en el Vaticano.
Según declararon los gendarme vaticanos que registraron su casa, en la misma encontraron cientos de miles de documentos, de ellos más de un millar muy importantes y algunos sobre la vida y la familia del papa tan reservados que incluso llevaban escrito “para destruir”.
El Promotor de Justicia del Vaticano (fiscal), Nicola Piccardi, pidió tres años de cárcel, tras señalar que no había indicios de que actuara con cómplices, mientras que la abogada Arru pidió que la pena pasase de robo a apropiación indebida y que, en ese caso, visto que no ha sido interpuesta ninguna querella contra Gabriele, no podía ser condenado.
Con este juicio, comenzado el 29 de septiembre, no concluye el escándalo conocido como “Vatileak”, ya que en fechas aún por decidir comenzará el juicio contra Claudio Sciarpelletti, de 48 años, acusado de presunto encubrimiento y que en un principio iba a ser juzgado junto a Paoletto, pero el tribunal separó los dos casos.
En este juicio, el más mediático de la historia de la Iglesia, no fue aceptada la documentación de los testigos recogida por la Comisión Cardenalicia ordenada por el Papa para investigar el caso, al considerar el Tribunal que fue creada según el Código de Derecho Canónico y sólo responde ante el Pontífice.