Con una épica de tres horas y media, Martin Scorsese regresa a la pantalla grande.
Fue en 2019, durante una conferencia de prensa para el estreno de su cinta The Irishman, donde Martin Scorsese dio un discurso controversial, sobre cómo el cine había cambiado para siempre, y cómo hay cintas que realmente no son piezas narrativas, sino más bien “parques de diversiones”, tomando como ejemplo de ello a Marvel. Porque para él el cine es ver una historia significativa en pantalla, con una audiencia presente. Pero es consciente de cómo han cambiado los formatos y la forma como consumimos narrativas.
Quizá de brazos cruzados, pero el aclamado cineasta de clásicos como Taxi Driver (1976), Goodfellas (1990) y El Lobo de Wall Street (2013) se tuvo que adaptar a la era de streaming para sus más recientes producciones. Primero, con Netflix y The Irishman en 2019, para aquella historia sobre un pasado de mafiosos —junto con un futuro de soledad y vacío—. Y ahora para Apple TV+, con esta ambiciosa adaptación cinematográfica del libro Killers of the Flower Moon, una historia que Martin quiso contar desde que leyó aquella investigación periodística del escritor del New Yorker, David Grann, publicada en 2017.
Por supuesto, el protagonista del famoso meme “esto es cine” iba a luchar por tener su más reciente cinta en pantalla grande, para que todxs, si así lo decidimos, podamos gozar de Asesinos de la Luna, descrita como una cinta “monumentalmente larga” (dura 206 minutos) pero que “sabe a dónde va y casi ningún segundo es desperdiciado”.
A pesar de durar alrededor de 3 horas y media, parece ser que esta cinta tiene múltiples herramientas para cautivar a su audiencia durante toda la proyección, pues se trata de una ardua investigación sobre los misteriosos asesinatos de la comunidad Osage, un pueblo de indios americanos, en los años 20, protagonizada por el galardonado Leonardo DiCaprio y el constante colaborador de Scorsese, Robert De Niro.
Entonces, ¿a esto sí podemos llamarle cine? ¿Y qué no estaría catalogado como ello? A ojos de Scorsese, las cintas de superhéroes de Marvel carecen de narrativas, y los cines deben luchar por seguir contando historias. Claro que es difícil satisfacer a un público disperso, acostumbrado a ver TikToks en lugar de sentarse tres horas y media a ver una película, pero Martin reta esas concepciones, y el hecho de que varias personas respeten su trabajo hará que el largometraje tenga éxito en salas por sí mismas. Cuarón también debió hacer trato con Netflix pero insistió en que su cinta estaba hecha para la pantalla grande. Como hemos visto con los éxitos de Barbie, Oppenheimer y otras producciones, el cine no necesita de rescate, pero es bueno saber cómo las plataformas, con tal de adquirir un sello de seriedad en otoño e invierno, apoyan a los puristas del cine.
Al parecer, Martin Scorsese, con 80 años y más de 65 producciones bajo su producción, no ha perdido su sensibilidad como cineasta. ¿Será que gritaremos “esto es cine” cuando se proyecte la película?
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