Hugo Salvador Otis Solidaridad. Desde varias partes del país, la ayuda llega en vehículos y aviones para auxiliar a la población civil.  

Acapulco, Guerrero. Bajo el inclemente Sol, las manos recias de decenas de soldados y marinos descargan una tras otra cajas con víveres para la población de Acapulco, ciudad devastada por la furia de Otis, huracán categoría 5, el miércoles pasado.

“Acuérdate de Acapulco, de aquellas noches, María bonita, María del alma”, reza una vieja canción de Agustín Lara… Y justo en sus manos llevan los militares el donativo de quienes se acordaron de Acapulco: latas de atún, agua embotellada, galletas, comida para mascotas…

Ayuda que apenas y llega a tiempo, pues ante la falta de víveres y de orden, los establecimientos comerciales lucen saqueados y abandonados a su suerte, al punto que las gasolineras, vitales para mantener los transportes funcionando, se observan resguardadas por soldados y guardias nacionales.

Tarea difícil, el terminar con los saqueos en una ciudad donde la gente lo ha perdido todo, desde su patrimonio hasta lo más básico para sobrevivir.

En la Avenida Farallón del Obispo, la plaza comercial Galerías Diana y un supermercado se encuentran completamente destruidos, y vacíos, pues ante la escasez de víveres y el retraso de la ayuda gubernamental, la población se llevó los productos al interior de los establecimientos.

Pero no todos han saqueado por necesidad… En la periferia de Acapulco, entre Paso Limonero, La Venta y el bulevar Vicente Guerrero, han comenzado a instalarse diversos puestos de venta de productos de la canasta básica, cosa extraña en una ciudad donde las grandes tiendas ya no cuentan con nada.

Los puestos ambulantes ofertan productos como papel higiénico, leche, aceite comestible, jabones, y detergentes, atendidos por hombres, algunos con gafas negras y, otros, fumando cigarrillos de mariguana.

La mañana de ayer, ante la oleada de saqueos, el secretario de la Defensa Nacional informaba que cinco mil elementos de la Guardia Nacional brindarían seguridad en diversas zonas de Acapulco, destacando que ya se habían reducido los robos y el control militar de las gasolineras.

 

Lo han perdido todo

Ya sea en Acapulco Diamante o en las zonas altas de la ciudad, la gente lo ha perdido todo, y el clamor es la falta de ayuda gubernamental.

En la colonia Progreso Popular, familias afirman haberlo perdido todo y vivir prácticamente en las calles debido al estado en que se encuentran sus casas.

Perdimos todo, no tenemos agua, comida, tampoco luz, estamos incomunicados, y lo peor ya no tenemos donde vivir”, dicen los testimonios.

Techos de casas, muebles, cableado, postes de luz e incluso automóviles se perdieron la noche en que Otis tocó tierra como categoría 5.

Mientras que en Acapulco Diamante, la periodista Ana Maria Alvarado narra como perdió su departamento, adquirido con una vida de trabajo.

Que quede claro que la principal preocupación es la gente de Acapulco que se ha quedado sin nada.

Pero cuando lo vives a nivel personal, los acompañas en su dolor de manera más cercana, duele ver las imágenes de destrucción y desolación”, dice a 24 HORAS.

“Cuando comprendes que lo que has construido con el trabajo de toda una vida, se ha esfumado, te impacta directamente. Entiendo que no haber estado ahí es una fortuna, pero amo Acapulco y ayudaré en lo que pueda para lograr que se recupere”. /Con información de Quadratín y Cuartoscuro

 

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Solidaridad. Desde varias partes del país, la ayuda llega en vehículos y aviones para auxiliar a la población civil.