Bordados de Martina García Cruz son el legado de artesanos del telar de cintura en la región del Valle del Mezquital, en Hidalgo.
Foto: Especial | La artesana indicó que actualmente trabaja con sus hijas e hijos, una nueva generación de bordadores  

Al paso de los hilares, coloridas figuras asomaban por el bastidor, mientras el mecapal tensaba el en julio de los hilos en la urdimbre, donde la lanzadera, o bobina, atravesaba el tejido apretado con el machete, gracias a la destreza con la cual bordaba Martina García Cruz, integrante de la cuarta generación de artesanos del telar de cintura en la región del Valle del Mezquital, en Hidalgo.

Desde los 12 años, la artesana de origen hñahñú pasaba horas perfeccionando la técnica de sus puntadas, y hoy sus obras se exhiben y comercializan en el Fondo Nacional para el Fomento de las Artesanías (Fonarte), así como en la tienda de artesanías de Hidalgo (Hidarte).

Con 82 años cumplidos y de 70 de crear textiles en el telar de cintura, Martina García, de localidad El Mejay, en el municipio Chilcuautla, ha tomado una pausa en el oficio por prescripción médica, pues padece dolores de cadera.

Durante su participación como expositora en la pasada edición de la Feria San Francisco Pachuca Hidalgo 2023, la artesana indicó que actualmente trabaja con sus hijas e hijos, una nueva generación de bordadores, para que las piezas se “hagan de la forma que debe ser”.

Martina es una de las 20 mil artesanas que conforman el gremio en Hidalgo, de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Sus obras han dado la vuelta al mundo, y, recientemente, el aporte tanto de sus creaciones como de sus conocimientos fue reconocido por Dior y el ramo empresarial, en una ceremonia encabezada por Carlos Slim Helú y Mercedes Sánchez Navarro, donde se le otorgó el premio “Kaluz, Patrimonio y Cultura”.

“Bordar es mi pasión, es mi vida y es un pilar fundamental en la identidad del pueblo hñahñú”, dijo la artesana, tras expresar que tiene preferencia por dar forma a sus obras textiles por las noches, sola, en su taller, a la luz de un foco.

Sin importar que sus bordados se hayan exhibido en El Vaticano, Martina García Cruz conserva la humildad y la modestia con la que empezó a tejer el legado cultural cuya maestría radica en la interconexión de hilos de algodón e incluso de ixtle, y representa un arte que va más allá de la habilidad manual.

EAM