Vestido con un overol de mezclilla negro y una gorra azul, Juan Alarcón, quien tiene una larga trayectoria como caricaturista en diarios nacionales, atravesó la redacción del periódico, no sin antes saludar a viejos amigos, con quienes ha compartido filas en los medios. 

Con un escenario lleno de edificios y azoteas de la Ciudad de México, misma que lo vio nacer como monero, Alarcón empezó con declaraciones fuertes sobre la época donde el reto más importante para los caricaturistas ya no es hacer una crítica excelente, sino hacerla cuidando sin ofender, porque hoy vivimos el tiempo de lo políticamente correcto, la época de cristal.

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“Los principales afectados somos los caricaturistas y es complicadísimo el trabajo hoy en día, para todos los sectores que se sienten vulnerables o que se acogen a ella, para decir ‘me estás atacando’, cuando lo único que hace el caricaturista es jugar con símbolos que te llevan a una reflexión”, dijo. 

Está seguro que la labor de los moneros no puede esperar a tener permiso para, a través de los trazos, criticar situaciones sociales o políticas. 

El también escultor considera que la cultura actual no busca limitar la libertad de expresión, sino restringir la opinión editorial que llega al público que consume contenidos sobre crítica social a través de dibujos clave.  

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“No es sólo libertad de expresión, creo que la cultura de vulnerabilidad va más allá de que te doy permiso a ti caricaturista, de que a mi lector me muestres esos cartones. Tenemos que ver cómo hacer una crítica que sea divertida y que vaya más allá”, declaró.

Cuando se detuvo a pensar sobre el desafío que representa recrear a Xóchitl Gálvez y a Claudia Sheinbaum evitando la violencia de género, no evitó sonreír porque sabe lo importante de no pasar ciertas líneas. 

“Con las candidatas me preocupa porque con lo políticamente correcto, vamos a ver hasta dónde nos afectará por el tema de violencia de género, es decir, cómo podrían escudarse con eso ante la caricatura crítica, yo todavía estoy pensando dónde resolverlo porque todo indica que tendremos una presidenta”, agregó. 

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Para Alarcón, se necesitan más candidatos como Samuel García, no por ser buen político, sino por divertido, pues su personalidad permite explotar al personaje político. 

“Si ganara Samuel, lo cual es un buen chiste, yo creo que sería muy divertido. Samuel es un personaje del que necesitamos los caricaturistas, o sea, es enternecedor, es estúpido, es un gran personaje para dibujar”, indicó. 

Recordó que desde el inició de su oficio han tratado de censurar la caricatura, al sentirse agredidos; pero la única presión que lo carcome es entregar a tiempo el cartón a su editor en turno. 

“Los políticos de repente mandaban cartas o me hablaban a la casa para leerme todos mis datos como para presionar, decirme ‘te estoy viendo’. Pero de quien más he sentido presión es de mis editores por el tiempo de entrega, pues entregar el cartón a tiempo es el enemigo de toda mi vida”, añadió. 

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MOMENTOS CLAVE

Para el también escultor, los políticos más grises se dieron durante los sexenios panistas, “eran muy godínez”. Sin embargo, el político más gris hasta hoy, fue el expresidente Ernesto Zedillo.

Además, agradeció a los “chairos” y “Amlovers” por ser sus seguidores más comprometidos. 

“Yo debería estar agradecido con ellos, son los que comparten mi cartón, son mis seguidores más acérrimos, están siempre pendientes de lo que voy a publicar”, confesó. 

Tato para los amigos, considera que los caricaturistas críticos son el puente entre el periodismo y el lector. 

“A los moneros no nos ubican dentro de las artes plásticas como artistas, en los periódicos no nos ubican como periodistas, y afortunadamente no, nos ubican como intelectuales. La caricatura es un ‘chac mool’, un punto de encuentro entre el círculo rojo y el lector, es decir, somos un puente entre el periodismo y el lector”, finalizó Juan Alarcón.