Rio de Janeiro. La otrora mano derecha del popular ex presidente de Brasil Luiz Inácio Lula da Silva fue declarado culpable de un cargo de corrupción el martes por la mayoría de los 10 magistrados del Tribunal Supremo.
La corte máxima falló que José Dirceu, ex jefe de gabinete, orquestó una amplia conspiración que salió a la luz hace siete años en la que se pagó dinero a cambio de votos legislativos.
Seis de los ocho jueces que votaron hallaron a Dirceu culpable de “corrupción activa” al organizar el plan para comprar el apoyo del Congreso para las políticas de Lula a través de pagos periódicos a los legisladores a cambio de su voto. Dos magistrados más votarán el miércoles, lo que producirá un veredicto formal, pero la mayoría es todo lo que se necesita para la condena.
El caso es conocido en Brasil como el “mensalão”, algo así como la gran mesada, por un importe de hasta 10 mil dólares entregados a cada político.
El caso, ampliamente considerado como el escándalo de corrupción política más grande en la historia de Brasil, no ha empañado la reputación de la que goza Lula, quien dejó el cargo después de dos períodos de cuatro años el 1 de enero de 2011 con un 87% de aprobación. El ex mandatario, quien sigue siendo una influyente fuerza política en Brasil, no enfrenta ninguna acusación. Una encuesta realizada por la encuestadora Datafolha halló a principios de este año que al 57% de los brasileños les gustaría ver que Lula regresara a la presidencia en 2014.
Dirceu, un ex revolucionario que se convirtió en legislador federal y en algún momento era visto por muchos como un potencial presidente, fue uno de los primeros miembros del izquierdista Partido de los Trabajadores. Presidió el partido desde 1995 hasta 2002, cuando Lula se convirtió en el primer mandatario de clase obrera y lo nombró ministro de la Casa Civil, el equivalente a jefe de gabinete en Brasil. En ese papel, Dirceu fue el segundo hombre más poderoso en el país más grande de América Latina, antes de que estallara en 2005 el escándalo que lo obligó a renunciar.
La fiscalía sostuvo que Dirceu ayudó tanto a orquestar el flujo de dinero de los sobornos, como a sellar los acuerdos con los legisladores.
Dirceu negó su participación en el plan de compra de votos a lo largo de la investigación. Sus abogados alegaron ante el Tribunal Supremo que las acusaciones en su contra no eran válidas, pero sí reconocieron alguna contabilidad por fuera de los libros. Dijeron que Dirceu asumió la responsabilidad de la contabilidad irregular e insistieron en que el gobierno de Lula no tenía conocimiento alguno.
Bajo la ley brasileña, los cargos de corrupción por los que Dirceu fue condenado conllevan una pena de entre dos y 12 años de prisión. Dirceu será sentenciado al final del procedimiento, que sigue en marcha y juzgará juntos a los 37 acusados debido a la naturaleza interconectada de los mil 89 cargos que colectivamente enfrentan. Los cargos incluyen corrupción, lavado de dinero, malversación de fondos públicos, desfalco y conspiración.
Otros acusados incluyen legisladores y sus socios de negocios. Veintidós de ellos ya han sido condenados y cuatro han sido absueltos.
El veredicto del martes marcó la caída en desgracia definitiva de Dirceu, quien fue considerado en su momento uno de los principales candidatos para suceder a Lula.