No exagera el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, cuando dice que lo que está en juego durante las próximas elecciones en su país es la democracia.

Hay que tener claro que Donald Trump, quien apunta a quedarse con la candidatura republicana, está formalmente acusado de incitar a un grupo de sus seguidores para tomar el Capitolio en plena declaratoria de los resultados electorales en enero del 2021.

Ayer empezó formalmente el proceso electoral en Estados Unidos con los caucus, asambleas, republicanas en el estado de Iowa y Donald Trump no solo participa, sino que incitó a sus votantes a que salgan a las reuniones de su partido, en medio de las tormentas invernales, aunque estén “enfermos como perros”.

El 3 de febrero inicia ese mismo proceso para el partido demócrata y la idea es que los 50 estados convoquen a sus elecciones primarias para definir a los dos abanderados.

Cada estado de la unión americana tiene sus propias reglas y procedimientos, pero en todo el territorio estadounidense los aspirantes son básicamente los mismos.

Del lado republicano todavía se cuentan tres, la exgobernadora de Carolina del Sur, Nikki Haley; el gobernador de Florida, Ron DeSantis y el expresidente Donald Trump.

Los demócratas están invariablemente inclinados hacia impulsar la reelección de Joe Biden y Kamala Harris, solo con algunos opositores internos que no tienen la más mínima probabilidad.

Esta elección parece que puede enfrentar a dos candidatos que ya tienen experiencia presidencial, eso hace que los gobernados tengan puntos de comparación. Sin embargo, no parece ser la experiencia o los resultados el criterio que podría mover a los electores.

Cuando en los tiempos de Bill Clinton se decía que el centro de la toma de decisiones de los ciudadanos era la economía, hoy no parece ser ese el criterio.

El desempeño del manejo económico de Biden es superior al de Trump. La economía estadounidense evitó, casi de forma milagrosa, una recesión, y los precios están en franco proceso de desinflación.

Pero Trump ha movido los hilos de las emociones nacionalistas y entonces puede pesar más la promesa de expulsar a los migrantes que la certeza de que hoy la economía está mucho mejor que en sus tiempos como Presidente.

Donald Trump es un presunto criminal, pero es uno carismático que mueve las emociones de quien lo escucha, para bien o para mal, pero nadie queda impávido con su actuación.

Trump es un hombre mayor, 77 años, pero refleja mucha más vitalidad que el presidente Biden de 81. No están sobre la mesa los análisis de colesterol de los dos sino su desempeño ante las audiencias y claramente hay un demócrata aburrido y un republicano altanero.

La posibilidad de dejar impune al incitador de la toma del Capitolio del 6 de enero del 2021 es un muy mal mensaje para un país que presume su modelo de justicia. Pero ver cómo puede ese personaje participar sin más en el proceso electoral, sí prende focos de alerta en la política de esa nación.

 

     @campossuarez