Era difícil imaginar que, en el peor momento de su sexenio, Andrés Manuel López Obrador decidiera convertirse en el verdadero candidato de Morena a la Presidencia. Todo apuntaba a que lograría zafarse del síndrome de fin de sexenio; ese que siempre ha perseguido a los mandatarios mexicanos: la autodestrucción. Pues no, AMLO tiene la casa en llamas y con nosotros adentro.

López Obrador es incapaz de hacer una reflexión autocrítica, de tomar distancia de sí mismo y ver la realidad en la que ha hundido a México; ensangrentado, violento, cogobernando con los grupos criminales que ahora pretenden intervenir en el proceso electoral, acorralado por sus complicidades inconfesables. Él necesita, desesperadamente, señalar a los culpables de su fracaso político y personal.

Una vez más, el Presidente recurre a la misma justificación, la que alguna vez le funcionó; toda la culpa de sus fracasos es de sus enemigos conservadores. Ellos, en su permanente “compló” contra su Gobierno, son los responsables de todos sus males.

Cuando la Corte decide no acatar las locuras del Ejecutivo federal o seguirlo en sus absurdas reformas para que él y la 4T puedan perpetuarse en el poder, él acusa a ministros, jueces y magistrados de estar aliados con los conservadores.

Cuando instituciones como el INE o el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) se oponen a sus caprichos y no se doblegan a su voluntad política, AMLO los señala como conservadores.

Cuando Pemex y la CFE tienen que ser rescatadas una y otra vez a costa de los contribuyentes o contratación de deuda externa es por culpa de los conservadores que quieren apropiarse de los recursos del pueblo.

Cuando le recuerdan a los 334 mil mexicanos que fallecieron a causa del Covid-19, el Presidente reclama a los conservadores como responsables por alentar medidas contrarias a las de su Gobierno.

Cuando muchos niños fallecen por falta de medicamentos contra el cáncer, culpa a los conservadores por mentir en las cifras y por impulsar a los padres de los niños a protestar por la falta de tratamientos para sus hijos.

Cuando cada día miles de mexicanos no encuentran medicamentos, López Obrador no se cansa de culpar a los conservadores por señalar sus innumerables fracasos en materia de salud. Los únicos beneficiados del desastre en salud han sido los médicos cubanos.

Cuando AMLO construyó un aeropuerto fantasma, una refinería que sólo produce corrupción y un tren absurdo que ha arrasado con nuestras selvas, lo hizo sin aceptar ninguna crítica a sus proyectos sin sustento. Él se defiende señalando que esas son obras maravillosas que los conservadores no se atrevieron a hacer.

Cuando impuso a Claudia Sheinbaum como su instrumento para lograr su soñada continuidad, ya tenía en mente ser “el candidato” y actor principal de la contienda presidencial en 2024. AMLO dice que no permitirá que los conservadores se opongan a su proyecto: el Maximato.

Cuando a López Obrador le mencionan las cifras de los mexicanos asesinados o desaparecidos por los grupos criminales tolerados y abrazados en su sexenio, él culpa a los conservadores que son los únicos responsables de la actual situación. Su solución:  desaparecer a los desaparecidos, asunto resuelto.

Cuando desde EU lo señalan como #NarcoPresidente, él reacciona diciendo que es un ataque de los conservadores para desprestigiar y, si un delincuente confiesa haberle entregado dinero, dice que es un montaje.

Si fuiste al Zócalo el domingo para exigir que se respete tu libertad, la democracia y nuestra Constitución, AMLO te señalará como conservador y corrupto. Al igual que tú puedo decir orgullosamente #YoSoyConservador.

 

    @Pancho_Graue

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