Lejos está del gulag de Stalin, pero el principio rector de la colonia penitenciaria rusa —el destino de dos integrantes de la banda de punk Pussy Riot— sigue siendo el mismo: aislar a los presos y desgastarlos por medio de “trabajo correctivo”.

 

María Alejina y Nadezhda Tolokonnikova tendrán que aprender pronto las reglas internas de la vida en prisión, sobrevivir a la pésima alimentación y mala atención médica, y al acoso de compañeras que pudieren estar ofendidas por su “oración punk” contra el presidente ruso Vladimir Putin o que estén cumpliendo órdenes de presionarlas.

 

“Todos conocen la regla: No confiar en nadie, nunca temer y nunca perdonar”, dijo Svetlana Bajmina, una abogada que pasó tres años en una colonia penitenciaria. “Estás en tierra de nadie. Nadie te ayudará. Tienes que pensar todo lo que digas y hagas para seguir siendo una persona”.

 

En las colonias para mujeres, entre 30 y 40 presas viven en un solo cuarto de las barracas. Empiezan el día caminando lentamente hacia el exterior para realizar ejercicios obligatorios al amanecer, en temperaturas inferiores a los -30 grados Celsius en invierno. Después del pase de lista y de un almuerzo de avena, pasan entre siete y ocho horas al día trabajando, generalmente encorvadas frente a máquinas de coser elaborando uniformes y otras prendas.

 

Los abogados de la defensa dijeron que Alejina y Tolokonnikova serían transportadas a una colonia penitenciaria en las próximas dos semanas, tras recibir copias de sus sentencias. La ubicación aún se desconoce.

 

Los presidiarios rusos son encerrados en un sistema que el propio ministro de Justicia de Rusia ha descrito como “monstruosamente arcaico” y cuyo propósito ha cambiado poco en siglos. La Rusia zarista enviaba a los prisioneros a remotas colonias siberianas donde escaseaba la mano de obra. El sistema fue heredado y expandido por la Unión Soviética, que explotó hasta la muerte a millones de prisioneros en el gulag. Rusia es el tercer país que más gente encarcela, detrás de Estados Unidos y China, de acuerdo con el Centro Internacional para Estudios Carcelarios.

 

El peligro más grande para las jóvenes quizá sean sus compañeras.

 

Las integrantes de Pussy Riot, no obstante, afirman que se mantendrán desafiantes.

 

“No nos callaremos”, dijo Alejina a la corte de apelaciones el miércoles. “Y aunque estemos en Mordovia o en Siberia, no nos quedaremos calladas… sin importar con cuánto afán traten de desprestigiarnos”. AP