A cuatro meses de los Juegos Olímpicos, no paran de acumularse las dudas sobre el sistema de defensa que debería proteger a París de un hipotético atentado perpetrado por una nube de drones durante la ceremonia de apertura a orillas del Río Sena.
El fantasma de un atentado preocupa a todos los países organizadores de los Juegos desde hace más de medio siglo. Francia decretó el nivel de alerta máximo tras el sangriento ataque del 22 de marzo en Moscú, Rusia, adjudicado por el grupo Estado Islámico (EI).
Francia registró 22 atentados desde 2015 y, pese a la persistente amenaza, el presidente Emmanuel Macron aseguró el jueves 4 de abril que la ceremonia de apertura al aire libre en el Sena seguía siendo el plan “privilegiado”, pero que prevén alternativas.
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Aunque oficialmente todo va bien, la incertidumbre sobre el escudo antidrones para la cita olímpica, prevista en París del 26 de julio al 11 de agosto, se maximizo tras descartarse la publicación de un delicado informe parlamentario al respecto.
“Es molesto que esto salga a la luz pública, pero sí, por desgracia, contrariamente a la línea oficial, las cosas no están funcionando realmente como nos gustaría”, dijo a la AFP una fuente de seguridad de alto nivel, que pidió el anonimato.
En mayo de 2023, durante la firma del protocolo de seguridad para los Juegos Olímpicos, el ministro del Interior, Gérald Darmanin, consideró los drones como “la principal [amenaza] sin duda que hay que temer”.
Con una flota estimada en casi tres millones de drones en manos de particulares en Francia, las autoridades se esfuerzan por evitar que estos vehículos aéreos no tripulados sobrevuelen los sitios olímpicos sin autorización.
La respuesta militar durante los Juegos se confió en abril de 2022 a los grupos de industria de defensa y de seguridad Thales y CS Group, pero la entrega de seis sistemas bautizados “Parade”, prevista en junio de 2023, se retrasó varios meses.
Este retraso obligó al Senado a iniciar una misión de información a finales de 2023. El presidente de esta comisión, Cédric Perrin, dijo en diciembre a los periodistas especializados en Defensa que la lucha antidrones “no [estaba] al nivel”.
Y un ejercicio a gran escala organizado por el ejército del aire a mediados de marzo para probar los primeros sistemas “Parade” en Villacoublay, al suroeste de París, tampoco convenció a todos los participantes.
¿Existe un Plan B?
Los senadores anunciaron el 20 de marzo que su informe finalmente no se haría público. “Se trata de una cuestión de seguridad nacional” y publicarlo “podría ser peligroso”, justifica una fuente próxima al ejército.
El ministro de Defensa, Sébastien Lecornu, clausuró el 2 de abril las audiencias a puerta cerrada de la comisión, pero poco antes afirmó que pidieron a Thales mejoras para responder “precisamente a todas las peticiones” del encargo.
Contactado por la AFP, Thales no hizo comentarios.
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Para Alain Bauer, profesor de Criminología, “ningún sistema es tan eficaz como se espera”, como demuestra “casi a diario lo que ocurre en Ucrania”. “Pese a que los sistemas están sin duda entre los mejores del mundo, varios drones consiguen colarse”, agrega.
El ejército del aire compró recientemente varios sistemas antidrones “Bassalt”, fabricados por Hologarde -filial del grupo Aeropuertos de París (ADP)- para detectar e interceptar drones en un radio de 10 kilómetros.
Con “Bassalt”, el ejército podría “equipar todas las sedes de los Juegos Olímpicos”, incluso la ceremonia de apertura, una especie de Plan B antidrones, según la fuente de seguridad.
“Es como si tiene un auto averiado o en mal estado y, en su garaje, tiene además uno que funciona. ¿Con cuál se iría de vacaciones? Yo lo tengo claro”, abunda un alto funcionario.
EAM