Sobre la invasión (porque eso fue) de la embajada de México en Quito, por la Policía ecuatoriana para detener a un prófugo de la justicia local, se ha privilegiado el análisis de este tema, pero no se ha profundizado en lo que realmente quiso decir el presidente López Obrador al hablar de las elecciones del 2023 en el país sudamericano.

 

Fiel a su costumbre de aplicar la Doctrina Estrada de manera selectiva, López Obrador dijo en su conferencia Mañanera, que el asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio, ocurrido el 9 de agosto del año pasado, había influido para que la candidata del oficialismo, Luisa González, perdiera la elección.

 

“De manera muy extraña, la candidata de las fuerzas progresistas (González, propuesta por el correísmo), iba 10 puntos arriba. Un candidato que habla mal de la candidata (Villavicencio) de repente es asesinado.

 

“La que iba en primer lugar se cae y el segundo sube’’, dijo, y agregó que aunque González siguió haciendo campaña “en condiciones muy difíciles’’, perdió la elección.

 

No se necesita ser un genio para inferir que López Obrador habla de un complot de la derecha, de los conservadores, para revertir la tendencia del voto en Ecuador a partir del asesinato de Villavicencio.

 

El asunto aquí es que no es la primera vez que el mandatario mexicano recurre a esta especie de “metáfora’’ para advertir lo que podría pasar en nuestro país en un escenario similar.

 

López Obrador ha dicho, por lo menos en tres ocasiones, que ve, siente o presiente que se está fraguando un golpe de Estado blando, aunque después se desdice.

 

Los escenarios que plantea el Presidente, en este momento, resultan lejanos a pesar de la violencia contra políticos en campaña.

No es que no pueda ocurrir, pero pareciera que el Presidente se está curando en salud ante una fatalidad como la ocurrida en Ecuador o como un pretexto para disculpar una eventual derrota de su movimiento.

 

No se trata solo del país sudamericano, sino de la simbiosis que el Presidente quiere crear entre las situaciones políticas que vivimos en México.

 

Ojalá y no sea el anticipo de algo que deseamos jamás ocurra en el país.

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También se debe reconocer que el Gobierno ecuatoriano excedió sus facultades al invadir la embajada mexicana, un hecho que fue condenado en todo el mundo.

 

Así tenía que ser, imagínese que se reconociera que el gobierno de Noboa tenía derecho a forzar la entrada a cualquier embajada para detener a un prófugo de la justicia, ya no tendrían caso las representaciones diplomáticas en ningún país.

 

Es cierto que el Gobierno mexicano violó la Convención Sobre Asilo Político Diplomático de 1954, cuyo artículo 3 establece claramente que no son sujetos de asilo las personas inculpadas o procesadas en forma ante tribunales ordinarios, como fue el caso de Jorge Glas Espinel, procesado por asociación ilícita, cohecho e investigado por peculado.

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En Coahuila, como ocurrió en Celaya, los morenistas andan de la greña por el reparto de las posiciones políticas

Luis Fernando Salazar Fernández presentó un juicio para litigar el primer lugar de la fórmula morenista que pelea un escaño en el Senado.

 

El INE ordenó el cambio de lugares por cuestiones de género, así que la primera posición fue para Cecilia Guadiana, lo que Fernández asumió aparentemente sin problemas.

 

Pero, luego de hacer números, se dio cuenta de que ganarle al PRI en el estado está en chino y solo podría ser senador por primera minoría quien figure en el primer lugar de la fórmula perdedora, pues interpuso un juicio para que lo devolvieran al primer lugar.

 

      @adriantrejo