La sede central del Instituto Nacional Electoral (INE) y sus alrededores, por primera vez en su historia, fueron sitiados por corporaciones de seguridad locales y federales, como parte del operativo por el primer debate presidencial.
En el dispositivo participaron agentes de la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) de la Ciudad de México en la seguridad perimetral, para tránsito y vialidad.
Un segundo filtro se colocó en las inmediaciones de la entrada del INE, en el que vallas metálicas impidieron el acceso a personas que no contaban con el registro para ingresar al organismo autónomo, mientras elementos de la Guardia Nacional estaban apostados en los alrededores.
El tercer filtro se colocó en la entrada al Instituto, el cual permaneció cerrado y solo se abría la reja una vez que se hubiera verificado que la persona contaba con la acreditación correspondiente.
Tras ingresar al INE, los asistentes pasaron por arcos detectores de metales y sus objetos por máquinas de Rayos X, con el objetivo de evitar el ingreso de narcóticos, armas u otro tipo de objeto prohibido.
Dichos dispositivos fueron operados por efectivos de la Guardia Nacional y de la empresa Turismo y Convenciones, a la que el INE le otorgó un contrato para la seguridad y logística de los debates presidenciales.
El área de la Sala de Consejo, donde debatieron los candidatos y en donde solo pudieron estar acompañados de una persona, tuvo acceso restringido.
A su vez, los 40 invitados de cada uno de los candidatos fueron instalados en el auditorio del INE, que fue el punto de reunión de simpatizantes de élite de los candidatos presidenciales, como dirigentes de partidos, coordinadoras de campaña, así como sus familiares.
Este primer encuentro significó un hecho inédito para el organismo electoral, debido a que su edificio central nunca había sido sede de los debates presidenciales, por lo que no había ingresado personal de la Guardia Nacional a sus instalaciones.