Brasil conmemoró ayer el trigésimo aniversario de la trágica muerte del piloto de F1 Ayrton Senna, único deportista nacional que goza prácticamente del mismo prestigio y respeto que el Rey Pelé entre los brasileños.
Tricampeón de la F1 y considerado el mejor piloto brasileño de la historia, Senna falleció con 34 años el 1 de mayo de 1994 en el circuito de Imola (Italia) tras perder el control de su Williams y estrellarlo contra un muro de cemento.
Cientos de personas acudieron desde temprano al cementerio Parque Morumby, en Sao Paulo, donde descansan los restos de Senna, y depositaron flores, fotos y banderas de Brasil en su tumba, ubicada bajo un enorme árbol.
“He venido aquí durante 15 años, todos los 1º de mayo”, contó Luciano Kaneko Paes, un profesor de 36 años que portaba un casco de F1. “Él era fuera de lo común, lo extraño mucho. Realmente es como dice mi mujer: ‘Yo te gusto, pero amar, amas a Ayrton Senna‘”.
En el circuito de Interlagos de la ciudad paulista, donde el piloto ganó en 1991 y 1993, miles de deportistas, aficionados y admiradores participaron en las carreras que cada año recuerdan su muerte.
En Europa, una ceremonia se llevó a cabo en el circuito de Imola en memoria de Senna y de su colega austríaco Roland Ratzenberger, fallecido un día antes que el brasileño en otro accidente. AFP