El revés y el alto al abuso de poder y manipulación que le dio la resolución del panel del mecanismo de respuesta rápida emitida por el T-MEC (Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá) a Napillo sobre la mina San Martín en Sombrerete, Zacatecas, fue visto como un acierto por los propios trabajadores, sindicatos y, sin duda, por el Gobierno de México; sin embargo, hubo quien protestó y calificó como de injusticia el no hacer caso a las absurdas y desmedidas peticiones del imitador de minero.
Napoleón Gómez Urrutia lleva décadas utilizando a los mineros para sacar provecho económico, raja política y beneficios personales y el T-MEC no es la excepción. Este impostor le tirará a todo lo que se mueva y que pueda causar conflicto al Gobierno, con tal de presionarlo y no obligarlo a pagar los mil millones de pesos que les robó a más de 11 mil mineros de Cananea. Y vaya que le ha funcionado, lleva prácticamente 20 años sin reintegrarles el dinero.
¿Se imaginan lo que se puede hacer con tal cantidad? Sí, comprar mansiones, viajar en jets privados, vacacionar en castillos europeos, adquirir una colección de autos de lujos y regalarlas a algún familiar, hacerte de obras de arte y montar una galería para tu esposa o bien convertirte en dueño de infinidad de empresas; y sí, todo eso ha hecho Napillo, incluso dicen que hasta comprar puestos políticos y también conciencias, todo con dinero ajeno, dinero robado a los trabajadores del sindicato del que se apoderó.
Curiosamente desde aquel robo que cometió a los trabajadores en 2005, a Napillo, ya como millonario, le salieron poderosos aliados, uno de ellos, el Sindicato de los Steelworkers, quien lo cobijó y lo protegió a pesar de ser prófugo de la justicia y del reclamo de miles de mineros. Así es, este sindicato no tuvo interés de escuchar a los trabajadores, simplemente se dedicó a proteger al repentino millonario.
Pues precisamente los llamados Steelworkers, los mineros de Estados Unidos y Canadá, fueron los que protestaron porque el T-MEC no le hizo caso a los caprichos de Napillo e incluso criticaron al Gobierno de México por permitir, prácticamente, que la mina siga en operación y que los mineros de Sombrerete continúen con su fuente de empleo.
La protesta llegó en desplegado por parte de esa organización.
En vaga apariencia, los Steelworkers están muy preocupados por los derechos laborales de los mineros mexicanos, muy comprometidos con la justicia, pero, entonces, por qué nunca hemos visto un comunicado, una protesta o, dejémoslo en, una publicación por redes sociales donde le exijan a Napillo el reintegrar a los miles de trabajadores los mil millones de pesos que les arrebató.
Aunque ni Napillo ni los mineros extranjeros lo quieran ver, existen cuatro laudos en favor de los trabajadores que denunciaron a Napillo por el robo de los mil millones de pesos, el último definitivo, esto significa que debe sí o sí regresarles el dinero, pero ahí no dicen nada. ¿Y dónde quedó la justicia y la defensa al trabajador? Principios que para ellos solo existen en letra muerta.
Sombrerete fue el primer intento de Napillo para medir los alcances de su curiosa influencia sobre el sindicato estadounidense y canadiense en el T-MEC, pero no será la última, este hará un uso desmedido y poco serio del mecanismo, finalmente para él no es otra cosa que la cortina de humo en turno.
Por cierto, además de hacerlo diputado en la próxima legislatura, ¿Morena le exigirá a Napillo acatar los laudos de la Junta Federal de Conciliación y Arbitraje y por fin le hará justicia a los 11 mil mineros defraudados en Cananea?
@CarlosPavonC