Las recientes elecciones al Parlamento Europeo han traído consigo un cambio notable al inclinar la balanza hacia partidos conservadores, lo que ha desencadenado una reconfiguración política en la Unión Europea (UE), y cuyos cambios ya están teniendo repercusiones en los mercados debido a la incertidumbre en torno a la futura integración del continente.

Sin duda, el avance de la extrema derecha en Francia e Italia, y su fortalecimiento en Alemania, perfilan un Parlamento más fragmentado, donde el auge de posturas nacionalistas o proteccionistas, podría dificultar la formulación de políticas o la construcción de coaliciones. Una situación que ha derivado en un nerviosismo generalizado en los mercados europeos como el Eurostoxx 50 y el Ibex 35.

En términos económicos, el reposicionamiento del nacionalismo podría retrasar la consolidación del mercado único europeo y complicar las fusiones transfronterizas. Además, la depreciación del euro frente al dólar, en un contexto de política monetaria restrictiva por parte de la Reserva Federal de Estados Unidos, podría generar mayores presiones inflacionarias y limitar futuras reducciones de tasas de interés por parte del Banco Central Europeo (BCE).

A nivel global y derivado de dichas posturas, parece ser que la capacidad de la UE para proyectar una política exterior fuerte y unificada, podría verse debilitada; al tiempo que las relaciones con Estados Unidos y China, así como la gestión de la guerra en Ucrania podrían enfrentar retos adicionales. Por lo que en términos comerciales, es probable que la UE adopte una postura más proteccionista, afectando las negociaciones y las relaciones económicas internacionales.

En ese contexto, para México la nueva conformación del Parlamento Europeo puede presentar varios desafíos. Por un lado, cualquier interrupción o cambio en las políticas comerciales y económicas de la UE, podría afectar los acuerdos y negociaciones bilaterales. Por el otro, la agenda climática compartida entre México y la UE también podría verse afectada, impactando los esfuerzos colaborativos y las alineaciones políticas.

Además, la eventual presencia de cambios en la posición de la UE en las relaciones internacionales, especialmente entre Estados Unidos y China, podría influir en la política exterior y económica de México, dada la estrecha relación con ambas superpotencias.

En ese sentido, las autoridades mexicanas, en particular las futuras secretarías de Relaciones Exteriores y Economía bajo el próximo gobierno, deberán seguir de cerca estos desarrollos en la UE, pues frente a estos nuevos escenarios, será crucial definir estrategias que permitan a México establecer una relación ventajosa con la nueva realidad política europea.

La incertidumbre y los desafíos que este cambio conlleva requieren una cuidadosa consideración y estrategia tanto dentro como fuera de Europa. Los próximos años serán determinantes para observar cómo estos nuevos equilibrios de poder influirán en la dirección política y económica del continente, así como su impacto en el escenario internacional.

 

Consultor y profesor universitario

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