Su discurso duró poco más de 20 minutos y fue interrumpido más de 20 veces por aplausos y vítores. “Cordero, amigo, el UGOCM está contigo”, le gritaba un auditorio lleno, al mismo tiempo que agitaba banderas blancas y verdes con el logotipo de la Unión General de Obreros y Campesinos de México (UGOCM). Ernesto Cordero, paciente, sonreía, levantaba el pulgar, y pedía la palabra: “Por favor, permítanme hablar del campo”.

 

Y Cordero, subido en el templete, comenzó a prometer. Prometió becas para todos aquellos que estudien bachillerato, créditos para quien quiera estudiar la universidad, ampliación del Programa de Estancias Infantiles.

 

Aplausos, gritos, vitoreos desde todas las partes del auditorio. Cordero, ataviado con un huipil del estado de Chiapas que los asistentes le pusieron antes de subirse al templete, miraba hacia al auditorio y clavaba sus ojos claros en cada una de las porras que lo interrumpía consecutivamente.

 

El desfile de compromisos continuó. Prometió establecer una mesa de diálogo para que los campesinos le “digan qué hacer con el campo”; una política de administración del agua ante el problema de la sequía, una reserva de alimentos para ser “autosuficientes” y dejar de depender de las exportaciones de alimentos. Prometió que de ser presidente, México será “el país que soñamos”.

 

Cientos de campesinos de distintos estados de Veracruz, Querétaro, Tamaulipas, Coahuila, Chiapas, le gritaban al aspirante que se presume es el candidato respaldado por Felipe Calderón. El cual, según varias encuestas, está hasta abajo de las preferencias electorales.

 

En voz de José Luis González, dirigente de la UGOCM, se concentraron las esperanzas de los campesinos ahí reunidos: “Él nos va a salvar de todas las crisis recurrentes que ha venido padeciendo el país durante muchos años”, lo que se rompió desde el desarrollo estabilizador y se vino perpetuando con varios gobiernos piistas.

 

La responsabilidad que el precandidato panista se echó en los hombros no es poca. La UGOCM comprometió a Cordero de lograr lo que con Felipe Calderón no se pudo, un nuevo pacto rural que permita a las organizaciones ser interlocutores del campo.

 

Desde el principio, recibió la acogida de una UGOCM que desde el sexenio pasado le había dado el apoyo y los votos a Felipe Calderón. Junto con Mariana Gómez del Campo se dio paso entre reporteros, fotógrafos y gente del campo que le pedía recursos y apoyo para sus comunidades. Incluso tuvo que darse paso –con ayuda de su comitiva– y esquivar a un hombre que lo abordó sin más preámbulos y le pidió que “dijera la verdad y dejara de robar”.

 

Durante la caminata por el pasillo principal, Cordero iba dejando atrás los abrazos, los apretones de mano, el corderito de lana y el mantel que le regalaron unas campesinas oaxaqueñas a su entrada al auditorio del Centro Médico Siglo XXI.

 

En el estrado además de promesas, bombardeó con preguntas. “Antes del PAN, ¿habían tenido becas para sus hijos?” y el auditorio al unísono gritó “¡No!”. “Antes de que gobernara el PAN, ¿habían tenido atención médica para todos a través del Seguro Popular?”, y otra vez todos gritaron “¡No!”. “Antes de que estuviera el PAN, ¿alguien se preocupaba por dignificar las condiciones de vivienda de los mexicanos más pobres? ¿había pisos firmes? ¿había agua potable y drenaje?”, y los campesinos a grito abierto de nuevo, “¡No!”.

 

“México se ha transformado… y con ayuda de ustedes lo vamos a lograr”, dijo. Estrechó varias manos y dio por clausurado el XVII Congreso Nacional Extraordinario de la UGOCM y dejó que los campesinos se le acercaran planteándole los problemas, que por décadas, el campo ha venido cargando.