Las campañas presidenciales de Nicolás Maduro y su principal adversario, Edmundo González Urrutia, en Venezuela, terminaron en un ambiente lleno de advertencias internacionales y amenazas de violencia.
Maduro comenzó el cierre de su campaña presidencial en Maracaibo, región que afectó gravemente la crisis económica que caracterizó sus casi 12 años de mandato.
El mandatario, quien se autoproclamó “hijo de Chávez”, prometió una “victoria por paliza” durante los comicios electorales y resaltó que él es “único presidente que garantiza la paz y la tranquilidad” en el país. Además, advirtió sobre un posible “baño de sangre” en caso de su derrota.
Mientras que González Urrutia, junto con la exdiputada, María Corina Machado, concluyó su campaña en Las Mercedes, un barrio de clase alta en el sureste de Caracas.
El candidato expresó su intención con formar un gobierno de unidad e indicó que su administración no viene “a perseguir a nadie”.
“Ellos podrán tener los recursos del Estado, podrán tener el control del CNE, podrán tener la fiscalía que aplaude sus abusos, pero nosotros tenemos el amor, el apoyo y el entusiasmo de la gran mayoría de los venezolanos que quieren el cambio en paz, añadió.
Ante la advertencia de Maduro sobre perder las elecciones, el presidente de Chile, Gabriel Boric añadió que “no se puede amenazar bajo ningún punto de vista con baños de sangre, sino que lo que reciben los mandatarios y los candidatos son baños de votos”.
Asimismo, Luiz Inácio Lula da Silva, presidente de Brasil, expresó su preocupación sobre “las declaraciones de Maduro, de que si él pierde las elecciones habrá un baño de sangre. Quien pierde las elecciones toma un baño de votos, no de sangre”.
Finalmente, Estados Unidos condenó cualquier forma de represión política y violencia, y señaló que las elecciones reflejarán la voluntad del pueblo venezolano.