En noviembre de 2020, el Congreso de la Unión aprobó ampliar los delitos para que la persona titular de la presidencia de México pudiera ser imputada y juzgada; reforma que Andrés Manuel López Obrador presumió como la eliminación del fuero. Nada más falso.
Hace cuatro años, los legisladores de la denominada Cuarta Transformación se desgarraban las vestiduras argumentando que el Presidente ya podría ser juzgado como cualquier ciudadano; sin embargo, los hechos recientes les han demostrado que sus dichos sólo eran retórica y que el mandatario aún conserva el fuero.
Hasta antes de 2020, el Presidente sólo podría haber sido juzgado por traición a la patria, con la reforma a la Constitución se estableció que también podía ser imputado y juzgado por posibles actos de corrupción, delitos electorales y aquellos por los que puede ser enjuiciado cualquier ciudadano.
Sin embargo, para que se lleve a cabo un juicio en contra del jefe del Ejecutivo, primero tiene que realizarse un juicio de procedencia en el Senado, es decir, mantiene un fuero que sólo puede ser eliminado políticamente, lo que ya no lo convierte en cualquier ciudadano.
A cualquier habitante, incluso gobernante, cuando comete un delito se le sanciona como sucedió con la gobernadora de Campeche, Layda Sansores, quien, incluso, tuvo que ofrecer una disculpa pública por violencia política de género y quedó inscrita en el padrón de violentadores políticos.
Sin embargo, al Presidente no se le ha sancionado y mucho menos quedará inscrito en el registro de violentadores a pesar de que, el 6 de junio, la Sala Regional Especializada del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) determinó que López Obrador cometió violencia política de género en contra de la entonces candidata presidencial Xóchitl Gálvez, en ocho conferencias Mañaneras.
Y entonces, ¿dónde quedó la eliminación del fuero que tanto presumían?
Esta mentira se suma a otras que durante todo su sexenio ha venido alimentando el Presidente desde sus conferencias, donde sigue prometiendo un sistema de salud como en Dinamarca, pero no hay medicinas.
Prometió que el Ejército regresaría a los cuarteles, no sólo no regresó sino que les dio más actividades civiles; dijo que no habría más gasolinazos y el costo del combustible sigue incrementando; dijo que para construir el Tren Maya no se talaría un sólo árbol y se tiraron millones.
Dijo que reduciría la violencia y cada fin de semana se rompe récord de asesinatos; dijo que se acabaría la corrupción y esta alcanzó hasta a los amigos de sus hijos.
En un Gobierno autocrático como el de López Obrador, su arma más poderosa para legitimarse es la retórica, lo que sin duda, le ha salido bien al saliente Presidente de México.
Y en Pregunta sin Ofensa:
¿Qué tan mal está la situación en México, que ahora los chiapanecos prefieren exiliarse en Guatemala ante la amenaza del crimen organizado?
@aguilarkarina