Joaquín Cosío es uno de los actores nacionales contemporáneos que goza de gran popularidad y cariño del público, pues se ha hecho con él a partir de grandes papeles como El Mascarita en la cinta Matando Cabos y El Cochiloco de El Infierno, dirigida por Luis Estrada.
Foto: GIFF | Joaquín Cosío es uno de los actores nacionales contemporáneos que goza de gran popularidad y cariño del público, pues se ha hecho con él a partir de grandes papeles como El Mascarita en la cinta Matando Cabos y El Cochiloco de El Infierno, dirigida por Luis Estrada.  

La prolífica carrera actoral de Joaquín Cosío, conocido popularmente por varios de sus  papeles como el célebre Cochiloco en la cinta El Infierno, fue homenajeada en el Festival Internacional de Guanajuato (GIFF) y se permitió reflexionar sobre ella desde sus inicios en el teatro, durante su tiempo en la preparatoria, cuando decidió que se dedicaría a ser actor. 

“El teatro es la plataforma de todos los actores, es el que te enseña a construir el personaje”, dijo el originario de Nayarit, quien además reflexionó sobre que el fin de la actuación debe ser “la verosimilitud”, sin importar la técnica o la escuela de la que provenga el actor. “Trabajamos para que alguien se divierta, goce, aunque sea una película de terror”, afirmó.

Entre otras cosas, Cosío habló sobre su percepción de sí mismo al ejercer su profesión más allá de la imagen que se ha creado a partir del cariño del público.

“Yo no me considero un actor muy sagaz; sin embargo, más aptitudes escasas han funcionado gracias a la intuición, que es un sentido del gran actor y artista”, expresa. 

Acepta que su carrera tiene algunos beneficios, pero más allá de la fama que se le atribuye al ser actor, ve su labor con diversión.

“En el momento en que yo vea esto como una obligación laboral, ya se me acaba mi carrera. Es divertidísimo, esa es la ventaja de los actores, vivimos en un mundo de ficción donde todo es de a mentiritas”, dijo mientras se llevaba a cabo su conferencia magistral, la cual fue moderada por Emilio Portes, director de El Precio de Educarlos, filme en el que participa el actor y que significó el tercer acercamiento profesional entre ambos, pues cruzaron talento durante las películas Pastorela y Belzebuth.

Esta actividad fue aunada al merecido homenaje que el GIFF preparó para él en el Teatro de la Ciudad, en Irapuato, en donde se le entregaron la Cruz de Plata de Más Cine y la Medalla de la Filmoteca UNAM.

“Esta es una carrera muy generosa, muy difícil, pero al mismo tiempo te da regalos como este”, dijo antes de recibir los galardones que reconocen su trayectoria.

“Agradezco a quienes me dieron la facilidad de hacer cine, es una lista bastante larga, a quienes me dieron un papel cuando nadie me conocía y que vino de manera inesperada, sorpresiva. Me siento orgulloso de incorporarme a la lista de creadores que han recibido estos reconocimientos”, dijo Joaquín Cosío.

El teatro se llenó de aplausos cuando llegó el momento en que la directora del festival, Sarah Hoch, y Jorge Martínez Micher, subdirector de Difusión de la Filmoteca de la 

UNAM, le entregaron la Cruz de Plata de Más Cine y la Medalla de la Filmoteca UNAM. Los aplausos y expresiones de celebración no faltaron para ovacionarlo.

Esta 27 edición del GIFF estuvo llena de grandes momentos durante sus otras dos sedes en Guanajuato, León y San Miguel de Allende, en donde además se reconoció al cineasta Arturo Ripstein, de 80 años, quien recibió los mismos reconocimientos que Joaquín Cosío.