Es un hecho que estamos en una semana compleja para los mercados financieros, porque hay una larga lista de datos económicos en Estados Unidos que tienen influencia directa en la volatilidad que hemos visto durante las últimas horas.
Pero también ese ambiente de expectativa de los datos estadounidenses no es suficiente para explicar por qué los mercados mexicanos son especialmente débiles y susceptibles al miedo de los capitales.
Hasta hace poco tiempo era suficiente explicar el comportamiento de indicadores como el tipo de cambio del peso frente al dólar con la búsqueda de ese punto de equilibrio entre el combate a la inflación y la decisión de política monetaria de la Reserva Federal de los Estados Unidos (Fed) de mañana.
Sí genera incertidumbre conocer cómo evaluará el banco central estadounidense esa relación entre una inflación a la baja y una economía que resiste sin caer en recesión. Las expectativas de un futuro recorte en el costo del dinero tienen efectos globales, porque la Fed tiene impacto en los mercados del mundo.
También se sumaban a la atención habitual de los inversionistas datos como el que hoy conocimos temprano del comportamiento del Producto Interno Bruto del segundo trimestre de este año.
Pero es un hecho que a las angustias globales de los mercados hoy se suma con más fuerza en la apreciación de la conveniencia de participar en el mercado mexicano su propia agenda de preocupaciones locales.
Hasta el 2 de junio pasado, los mercados mexicanos hicieron gala de la madurez que habían alcanzado a lo largo de este siglo, donde aprendieron a tener una dinámica resiliente frente a los vaivenes de la política mexicana.
Incluso, con sobresaltos y mucha precaución, pero habían podido sortear más de cinco años de gobierno de este régimen tan impredecible como autoritario.
Pero el resultado electoral legislativo, no el presidencial, hizo que cambiara la suerte del futuro financiero mexicano.
Darle la oportunidad al presidente saliente, Andrés Manuel López Obrador, de apoderarse del control del Poder Judicial, el único contrapeso real que tuvo en su mandato era determinar la suerte del país.
Las ocurrencias del ejecutivo ya no tendrían ningún filtro legal y eso es lo que hoy tienen los mercados financieros como referencia.
Entre los 16.90 pesos por dólar del 29 de mayo a los 18.75 de ayer 29 de julio hay ese peso de la incertidumbre de la viabilidad institucional de este país.
Además, México llegará al 2025 con severos problemas fiscales que el siguiente gobierno tendrá que saber sortear con un paquete económico restrictivo para el primer año de gobierno de la futura presidenta, Claudia Sheinbaum.
¿Cómo se amarrará las manos en su primer año presupuestal la siguiente administración con todo y la herencia de Pemex como bomba de tiempo? Eso pesa en los mercados.
Y como cereza en el pastel para un México menos atractivo, ahí está Donald Trump, quien nos ha puesto una diana en el centro de la confianza en las finanzas de este país con sus amenazas comerciales, financieras, migratorias y hasta militares.
Así es que, si estamos transitando por momentos turbulentos en el mundo, México los agrava con sus propias razones internas.
@campossuarez