Leo últimamente a varios integrantes de la oposición en un plan muy educado, deseando la mejor de las suertes a los miembros y particularmente a las miembras de los gabinetes morenistas del sexenio que se viene, incluidas algunas y algunos de los más groseros y en algún caso hasta de los más violentos. Por supuesto, la civilidad siempre es digna de aplauso, y supongo que detrás de esa buena educación hay un cálculo digamos que pragmático, tipo demostrar que no todos somos iguales; que hay diferencias enormes entre los orcos y nosotros; que es propio de demócratas saber perder.
Así y todo, me parece, antes del siguiente ojalá que te vaya bonito cabe recomendarle a los opositores de los buenos modos que tengan presente lo que sigue: las posibilidades de que esa civilidad sea recíproca se acercan a cero, por varias razones.
La primera es que, para decirlo en una línea, queridas y queridos opositores, el oficialismo chairo, tal vez con algunas excepciones, en todo caso muy pocas, los detesta, y junto a ustedes detesta a su entorno y todo lo que representan, desde su aspiracionismo o su modo de vestir hasta esos mismos buenos modales.
La segunda razón es que ese detestarlos lo han cultivado los miembros del oficialismo por años y hasta por sexenios, y ahora que sienten que agarraron el poder para siempre, cosa en la que probablemente tienen razón, se van a dar vuelo. Sobre todo, si no van a desplegar un átomo de civilidad es porque hacer lo contrario, es decir, insultar a la disidencia, amedrentar a la crítica y calumniar a la oposición, le ha funcionado magníficamente al morenato, desde el Presidente en Las mañaneras hasta el último de los moneros de la paella, en términos de afianzar el poder y luego hacerlo crecer hasta casi desaparecer al enemigo, mientras se aferran a la nómina, la Suburban y el viaje en clase premier.
Esta última razón me lleva, para terminar, a suplicarles, opositores míos, que dejen ya la muletilla de “si le va bien a ellos, le va bien a México”. Por dios. Cuando a la 4T le va bien, y le ha ido muy bien, se gasta el patrimonio nacional en tonterías multimillonarias, arrasa con la salud pública, le regala estados completos al narco, acaba con la división de poderes, ampara a sus cuates acusados de corrupción sin siquiera disimular y pone bajo fuego a los medios. Para subrayar lo obvio: si le va bien, nos va mal.
Así pues, adelante con lo de poner la otra mejilla, pero recuerden que la lluvia de bofetadas no va a parar ni en 2030. Ya no.
@juliopatan09