Hector-Zagal
 

¿Por qué grita el hombre de “El grito”? ¿La Gioconda de verdad está sonriendo? ¿Por qué un grupo musical decidió llamarse “La oreja de Van Gogh”? Como verán, no son pocos los misterios que hay en el arte, pero hoy hablaremos de uno que les hará “perder la cabeza” (y quizá nunca recuperarla).

Francisco de Goya es uno de los grandes pintores que España ha dado al mundo. Hasta la fecha, su estilo fascina y al mismo tiempo horroriza a quienes aprecian obras como “Saturno devorando a su hijo” o “El aquelarre”. Quien también quedó fascinado con su trabajo fue el rey Carlos IV, quien incluso lo nombró pintor de la Corte española en 1789.

En aquel tiempo, ser pintor de la Corte era el mayor anhelo que un artista podía tener. Entre otras razones, porque el trabajo artístico al fin era remunerado. Durante varias décadas, Goya estuvo al servicio del rey, pintando retratos del monarca y su familia, sin descuidar creaciones propias como “La maja desnuda”.

En 1808, sin embargo, las tropas francesas invadieron la península ibérica. El rey Carlos IV fue encerrado y, en su lugar, Napoleón decidió nombrar a su primo José Bonaparte como nuevo rey de España. Uno pensaría que, como buen cambio sexenal, la gente de la Corte sería sustituida en su totalidad por amigos y cercanos del nuevo rey. Sin embargo, Goya consiguió mantenerse en la Corte y colaborar con los Bonaparte.

Años después, los españoles lograrían acabar con el gobierno de los Bonaparte y Francisco de Goya caería en desgracia por aceptar participar con los invasores franceses. Goya se retiraría de la vida pública y se iría luego a Francia, donde finalmente moriría en Burdeos en 1828.

En 1899, las autoridades españolas cambiaron de opinión y decidieron repatriar el cadáver de Goya. Así pues, cuando se disponían a exhumar sus restos para transportarlos a España, se toparon con una gran sorpresa: el cadáver no tenía cabeza. Nadie supo quién lo decapitó ni cuándo ni por qué. Pero sobre todo nadie se supo en dónde estaba el cráneo de Goya.

Las teorías se disparan a partir de este punto, aunque hay una que no suena tan descabellada. En 1849, veinte años después de la muerte de Goya y cuarenta antes de su exhumación, el español Dionisio Fierros pintó una obra en la que se observa un cráneo posado en una alfombrilla. La obra, sin embargo, tiene un detalle muy revelador y es que, en el reverso, está escrita la leyenda “El cráneo de Goya pintado por Fierros en 1849”.

Algunos sostienen que Fierros sustrajo el cráneo, lo pintó y luego lo abandonó en la Universidad de Medicina de Salamanca. Hasta la fecha es un misterio el paradero de ese cráneo, aunque, de ser cierta esta versión, a nosotros nos surge una incógnita todavía mayor: ¿a cuántos estudiantes de Medicina no habrá hecho reprobar el cráneo de Goya?

¡Atrévete a saber! Sapere aude!

@hzagal

 

Profesor de la Facultad de Filosofía en la Universidad Panamericana