LA GUANCHA. En este espacio, los adultos mayores se hacen compañía, juegan dominó, ven películas o nadan. Algunos, incluso, apoyan a la comunidad dando clases de inglés, por ejemplo.  
Foto: AFP | LA GUANCHA. En este espacio, los adultos mayores se hacen compañía, juegan dominó, ven películas o nadan. Algunos, incluso, apoyan a la comunidad dando clases de inglés, por ejemplo.    

Salmón y tacos de lechuga son parte del menú de Tesha Martínez en La Guancha, primer proyecto de vivienda comunitaria para mexicanos de la tercera edad que huyen de los asilos y que defienden su independencia.

Profesora jubilada de 65 años, Tesha y su esposo Francisco Vigil, de 61, cambiaron su casa en la agitada capital del país por esta comunidad en Malinalco, Estado de México, apacible municipio turístico y la entidad que más.

En el Estado de México, de acuerdo con el censo del Inegi, en 2010 había 1 millón 137 mil 674 mayores de 60 años; en 2020, la cifra creció a 1 millón 517 mil 425, y para 2030, se espera que la sifra supere los 7 millones. 

En un terreno rodeado de bosques, es donde esta pareja y otros 28 adultos mayores han construido, hasta ahora, seis casas con el dinero de sus jubilaciones y ahorros.

Seis ya viven en el lugar, donde se proyecta edificar otras nueve viviendas, mientras los demás van y vienen, por ahora.

“En mi vida laboral di y me entregué porque recibía un sueldo(…), ahorita es diferente porque es colaborar(…) y he aprendido que dar es mucho más satisfactorio”, dice Vigil, extrabajador de la industria automotriz, sobre el espíritu del cohousing, modelo de vivienda colaborativa surgido en Dinamarca.

Frente a un amplio jardín y una alberca que rematan las áreas comunes, el hombre explica que su deseo y el de su esposa es que sus hijos hagan una vida propia.

“Si educamos a los hijos para que volaran(…) nosotros también tenemos que volar”, reflexiona.

El matrimonio quiere además envejecer en mejores condiciones que sus papás. Los ancianos “nunca tienen la atención que necesitan, están muy solos“, apunta.

LA UNIÓN HACE LA DIFERENCIA

“La Guancha” nació en 2009, como un proyecto académico de Margarita Maass sobre mejoramiento de la calidad de vida en adultos mayores.

Junto con varios conocidos, esta  doctora en ciencias sociales, compró el lote donde años más tarde sus actuales dueños construyeron viviendas con muros de paja y arcilla e instalaron calentadores solares.

También plantaron árboles frutales. “La naturaleza es algo que (…) llena mi alma”, afirma Martínez, quien armó el recetario con ayuda de chefs, nutricionistas y “muchos tragones”, como llama cariñosamente a sus compañeros.

Como un aporte a su nueva familia, Vigil sistematizó las compras que se financian con aportaciones de todos. Es el encargado además de los reglamentos y del bar.

“El cohousing es una muy buena solución para las personas que se quedan solas porque es vivir juntas(…) que se quedan sin mucho dinero porque es compartir gastos, y para las personas que tienen problemas de enfermedades, porque al estar juntas comparten un médico”, resalta Maass.

La investigadora explica que este modelo se diferencia de un asilo porque el grupo “decide cómo quiere su casa, dónde la quiere, de qué tamaño, con qué personas y con qué recursos económicos”.