Vivimos momentos clave que definirán el rumbo de nuestro país en los próximos años. Hace unos días, el presidente Andrés Manuel López Obrador tomó la decisión de poner una pausa en la relación diplomática de México con las embajadas de Estados Unidos y Canadá en nuestro territorio.
Esta determinación es un paso firme y necesario para defender nuestra soberanía ante los comentarios injerencistas de los embajadores de ambos países respecto a la reforma al Poder Judicial que se discute en el Congreso de la Unión.
Es fundamental entender que esta reforma (que plantea, entre otras propuestas, que las y los jueces sean elegidos por voto popular) es un asunto que sólo atañe al pueblo de México. De ahí que las declaraciones de los embajadores Ken Salazar y Graeme Clark se puedan considerar como una vulneración al principio de no intervención.
Dicho principio, consagrado en la Constitución mexicana, establece que quien ostente la presidencia de la República debe ajustarse a los principios de autodeterminación de los pueblos y solución pacífica de controversias. En pocas palabras, ningún país extranjero tiene derecho a dictar el camino de nuestra democracia.
La decisión del presidente López Obrador marca un precedente en nuestra política exterior. Esta pausa no es un rompimiento definitivo, sino un llamado a la reflexión. Se dejó en claro que la relación continuará, pero este hecho demuestra que México no permitirá ser tratado con la prepotencia de antaño, y que la voz de su pueblo debe respetarse en el ámbito internacional.
Por su parte, la presidenta electa, la doctora Claudia Sheinbaum, respaldó plenamente la decisión, señalando que Estados Unidos y Canadá son nuestros vecinos y socios comerciales, pero que hay temas de interés y jurisdicción exclusivos de las y los mexicanos.
Recordemos que, a lo largo de su mandato, el Presidente ha impulsado una política exterior marcada por la defensa de la soberanía y la no intervención. No es la primera vez que toma una medida de este tipo.
En 2022, puso en pausa las relaciones diplomáticas con España, debido a la conducta abusiva de las empresas energéticas de esa nación en México y, en abril del presente año, rompió relaciones con Ecuador, tras la violenta irrupción policial en nuestra embajada en Quito.
Es momento de cerrar filas con el Presidente y demostrar nuestra unidad en la defensa de la soberanía nacional. Esta pausa en las relaciones diplomáticas no es un llamado a la confrontación, sino al respeto.
Estamos diciéndole al mundo que México es soberano y que nuestras decisiones son solo nuestras. Y eso, en tiempos de injerencias disfrazadas de consejos, es algo que debe ser reconocido y defendido por quienes creemos que la nuestra es una nación libre e independiente.
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