Se trata de una ecuación muy simple: En Sinaloa el narcotráfico y la política siempre van de la mano. Conviven, coexisten y convergen cínica e impunemente. Incluso, ahora, con Rubén Rocha Moya como mandatario estatal, cogobiernan descaradamente. Sin embargo, en días recientes, el otrora irrelevante académico hoy transformado en arrogante terrateniente, cometió un error garrafal: Hace unas semanas traicionó a su paisano Ismael El Mayo Zambada García (ambos son del municipio de Badiraguato, al igual que El Chapo, Joaquín Guzmán Loera). Periodistas estadounidenses aseguran que permitió que autoridades americanas lo capturaran en territorio mexicano para llevarlo a Texas, de donde lo enviaron a Nueva York, donde será juzgado por diversos crímenes. Y bajo ese contexto, esto ha generado en la entidad sinaloense, principalmente en la capital Culiacán y poblados aledaños, una atroz escalada de violencia que tiene aterrorizada a la ciudadanía. Tras una semana de bloqueos, ejecuciones y balaceras, en aquella entidad ya se contabilizan 35 muertos.

El Cártel de Sinaloa vive una guerra intestina entre sus dos grupos principales, Los Chapitos y Los Mayitos. El baño de sangre comenzó el lunes pasado y no ha cesado. Hay muertos por doquier. Terror puro. Pero el dizque gobernador asegura que todo está absolutamente en paz y calmado en Culiacán, Elota, Cosalá y San Ignacio, que sólo se trata de enfrentamientos aislados entre malandros, que no hay nada que temer. Y acá, en la Ciudad de México, el inquilino de Palacio Nacional se aferra a su muletilla de que el pueblo bueno y sabio está feliz, feliz, feliz, que las masacres ya son cosa del pasado neoliberal. Pero, digan lo que digan y nieguen lo que nieguen don Andrés y don Rubén, Sinaloa está en guerra. No importa que el ineficaz gobierno estatal se sirva de las redes sociales para difundir mensajes engañosos en los que le asegura a los sinaloenses que “todo está bajo control”, que no hay nada de qué preocuparse. Sin embargo, si todo está en supuesta “tranquilidad normal” (término empleado por el incompetente Gerardo Medina Sánchez, secretario de Seguridad Pública del Estado), ¿entonces por qué el arribo de refuerzos enviados por el Gobierno Federal (soldados, marinos, agentes de la Guardia Nacional), incluidos cuatro aeronaves artilladas tipo “Texas”? ¿Si no hay nada que temer entonces porque el dizque gobernador dispuso la suspensión de actividades escolares en todos los niveles, desde el miércoles pasado, en todos los niveles en los cuatro municipios afectados por la violencia? Además, si efectivamente la paz y la tranquilidad reinan en todo Culiacán, no le veo ningún sentido a que don Rubén haya decretado la suspensión de las fiestas patrias y la ceremonia del Grito del 15 de septiembre porque (ahora resulta) está preocupado por la seguridad de las familias sinaloenses, principalmente por los niños. Enésimo ejemplo de lo que es un gobierno rebasado que prefiere apoltronarse en lugar de salir a dar la cara y hacer su trabajo.

La gente no confía en Rocha Moya. Jamás lo ha hecho. En Sinaloa a nadie se le olvida que él llegó a la gubernatura con el apoyo y la “autorización” del crimen organizado. Sus declaraciones a uno de nuestros colegas, el columnista Salvador García Soto de El Universal, quedaron para la posteridad: “No nos hagamos pendejos. Aquí todo mundo sabe cómo está la cosa. Yo fui y hablé con ellos (los narcotraficantes), los conozco porque soy de Badiraguato. Y yo fui a pedirles su apoyo. Quien te diga que quiere gobernar Sinaloa y no tiene el visto bueno de ellos, te miente. Así es la cosa aquí, para qué nos hacemos pendejos”. Y, como todos sabemos, el pez por su boca muere

Por lo tanto, habrá que estar muy pendientes de todo lo que surja desde Nueva York. El Mayo Zambada ya no tiene nada que perder y todo apunta a que (siempre y cuando le ofrezcan un buen trato) defenestrará a aquellos que lo traicionaron. Y eso tiene muy preocupado a Rocha Moya, pues a su manto protector tabasqueño ya sólo le quedan 15 días de vida. Lo primero que seguramente se sabrá es la naturaleza del vínculo entre el narcotraficante, el gobernador sinaloense y Héctor Melesio Cuén Ojeda, asesinado “coincidentemente” el mismo día que El Mayo Zambada fue llevado vía aérea a Texas. Se dice que Cuén Ojeda tenía información sobre el origen del dinero que llevó a Rocha Moya a la gubernatura…

 

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