Joel es un trabajador de limpia en Ciudad de México. Tiene casi treinta años viajando hora y media en transporte público para llegar a recoger su carrito y una escoba.
Invierte unas cinco horas diarias en dejar libres de basura unas 22 calles que constituyen su “tramo” y con eso logra ganar el salario mínimo.
De no ser porque comercia cartón, botellas de plástico y latas de aluminio bien le valdría no salir de su casa a trabajar. “Con lo que gasto para llegar a mi lugar y la comida que necesito, si fuera mi único ingreso, creo que no lo haría”, según cuenta en la Juárez, una de las colonias de la alcaldía Cuauhtémoc donde trabaja.
El caso de Joel, quien a pesar de que trabaja jornadas enteras no logra salir de la pobreza, no es el único. Según la organización Acción Ciudadana Frente a la Pobreza, hay 34.8 millones de personas en esa situación en México. Son 5 millones más que en 2018.
Un país, idealmente, debería medir su éxito como economía y como gobierno a partir del bienestar de su población. Por eso creo que los análisis de las organizaciones ciudadanas que reportan un incremento de pobreza laboral deberían ser poco más que un escándalo.
Acción Ciudadana asegura que más de la mitad de las personas que tienen un trabajo formal, no tienen un salario digno. Es decir, no pueden superar la línea de la pobreza porque sus ingresos no les permiten cubrir dos canastas básicas.
El problema de esas personas no es solo la falta de recursos, sino que los esquemas de salud y el sistema de cuidados no les garantizan sus derechos a la salud, a la educación o al trabajo digno. Solucionar este problema implicaría una crítica profunda a las políticas aplicadas por el gobierno de Andrés Manuel López Obrador.
En una entrevista con Paulina Gutiérrez, directora ejecutiva de Acción Ciudadana, analiza los posibles caminos que podría tener la nueva administración de Claudia Sheinbaum en este rubro.
Habrá que revisar la aplicación de los programas sociales, porque si bien los incrementos en la entrega tuvieron un efecto positivo en muchas familias, el defecto es que estos programas no tuvieron una cobertura con las personas de los deciles más bajos.
O en ocasiones, el dinero llegó de manera directa, pero la calidad o el acceso a los servicios como educación o salud no es de calidad.
Paulina Gutiérrez asegura que la política de gobierno debería enfocarse en garantizar un acceso a los servicios básicos de salud, educación de calidad, y un acceso a los derechos laborales independientemente de dónde o cómo trabajan las personas.
Y aquí la duda genuina: ¿dónde debemos dibujar la línea de eficiencia de un proyecto político?
Actualmente el modelo de bienestar y la secretaría de salud no ha sido efectivo y las fallas resaltan las carencias de las personas con menos recursos, habrá que saber si el margen político y la capacidad de crítica permite solucionar los verdaderos problemas del país.
@Micmoya