El debate vicepresidencial entre J. D. Vance y Tim Walz, que se realizó anoche en la cadena CBS, adquirió relevancia en el marco de una elección incierta y altamente polarizada. Los contendientes, elegidos por Donald Trump y Kamala Harris, respectivamente, se enfrentaron por captar el apoyo decisivo de los votantes del Medio Oeste, una región clave para el desenlace de los comicios de noviembre.
El senador republicano por Ohio, Vance, y el gobernador de Minnesota, Walz, sostuvieron una discusión sorprendentemente “cordial” sobre asuntos cruciales como la política exterior, la economía y la inmigración. A pesar del tono civilizado del intercambio de ideas, ambos aprovecharon la oportunidad para lanzar críticas a los líderes de sus respectivos partidos.
Ambos lograron exponer sus posturas con claridad, pero sin sorpresas. El senador de Ohio, que fue criticado por falta de carisma en campaña, superó expectativas al mostrarse más natural y seguro, mientras que el gobernador de Minnesota mantuvo su experiencia dialéctica, aunque con un menor grado de cercanía.
Uno de los primeros puntos de tensión surgió ante la pregunta sobre Irán, que acaba de lanzar misiles sobre Israel. Ambos defendieron a Israel, pero evitaron comprometerse con acciones concretas.
El republicano se presentó como un defensor de las energías fósiles y culpó al Gobierno actual de permitir que Irán avanzara en su programa nuclear. Por su parte, el demócrata criticó la retirada de Trump del acuerdo nuclear y destacó las inversiones en energías limpias de la administración Biden.
La inmigración también fue un tema polémico, con el autor de Hillbilly Elegy defendiendo la mayor deportación en la historia de EU y culpando a Biden por la crisis en la frontera. Sin embargo, evitó responder si las deportaciones masivas separarían familias, lo que el compañero de Kamala Harris aprovechó para acusar a los republicanos de obstruir soluciones bipartidistas.