“Estoy tan sorprendida y honrada. Crecí con la literatura coreana, de la que me siento muy cercana. Espero entonces que esta sea una buena noticia para los lectores de esta literatura y para mis amigos, escritores y otras personas" Han Kang / premio Nobel de Literatura
Foto: Especial | “Estoy tan sorprendida y honrada. Crecí con la literatura coreana, de la que me siento muy cercana. Espero entonces que esta sea una buena noticia para los lectores de esta literatura y para mis amigos, escritores y otras personas" Han Kang / premio Nobel de Literatura  

La escritora surcoreana Han Kang (Gwanju, 1970) se convirtió en la décimo octava mujer en obtener el Premio Nobel de Literatura y la primera persona originaria de Corea del Sur en ser honrada con dicho galardón otorgado por la Academia Sueca desde 1901.

La carrera de la también periodista, que reside en Seúl desde los nueve años, comenzó en 1993 con la publicación de algunos poemas en la revista coreana Literature and Society. Dos años más tarde, en 1995, sin prescindir del halo poético que le acompañaría al resto  de su escritura, publicó su primer trabajo en prosa, titulado Love of Yeosu.

No dejó de hacerlo desde entonces, empero fue hasta el año 2003 que esa carrera en ciernes empezó a despegar en los círculos literarios locales con la publicación de Your Cold Hands, obra que no sólo mostraba ya los claros intereses de Kang en el arte, sino también esa impronta temática basada en sus inquietudes: esa preocupación por la experiencia humana intercedida por las vivencias del cuerpo, y cómo ello resulta revelador a la hora en que se concibe cómo es que es la vida vista desde una perspectiva con su sensibilidad.

Cuatro años más tarde, la novelista surcoreana, devota declarada de la obra de Jorge Luis Borges, publicó La Vegetariana, su opus magnum, donde profundiza en sus obsesiones a partir de una mujer que escapa a los ideales opresivos de una sociedad que no está dispuesta a confrontar su incomodidad y, por ende, le lleva al extremo del castigo social, donde entonces somos parte de una experiencia que, asida a los símbolos, permitirá cuestionarnos algunos sitios oscuros de la mente humana.

Junto a la obra antes mencionada, se encuentran sus Actos Humanos, otra de sus obras fundamentales, que nos remite a su lugar de nacimiento, específicamente a una masacre que tuvo lugar en 1980 en manos de militares surcoreanos.

En este libro, donde Han Kang echa mano de la literatura testimonial, se recuperan las voces de las víctimas mediante el estilo hondo y respetuoso de la novelista que no busca ponerse al frente, sino sólo unir esas piezas que se hallaban dispersas.

Es Blanco, quizá, la obra que completa el triángulo perfecto de Kang. Aquí, como dice la poeta Isabel Zapata, “se propone una mitología personal”, escrita a partir de un dolor que se divide en dos hechos fundamentales en la vida de la novelista: la muerte de su hermana mayor y la cefalalgia crónica que la acompaña desde su adolescencia.

Completan el retrato de su obra intereses vitales: el silencio y la exposición transparente de “la fragilidad humana” que, erigidas desde lo poético y lo experimental, como apuntó Anders Olsson, hacen de su literatura un espacio único que innovó la forma en que miramos la prosa contemporánea. 

Finalmente, expandir lo que la escritora inglesa Catherine Taylor señala en un artículo de The Guardian y es fundamental en estos tiempos: que este triunfo significa tanto a la literatura coreana como a las editoriales independientes, pues apostaron por traducir la obra de Han Kang al español — por Sun-me Yoon para publicar La Vegetariana en Argentina en editorial Bajo la Luna, en 2012—, y al inglés —por Deborah Smith en 2015, para Inglaterra, traducción con la que más tarde ganarían el premio Booker— directo de su idioma original, antes sellos grandes como Penguin Random House.