Elon Musk volvió a captar la atención del mundo tras el éxito de SpaceX en realizar una maniobra revolucionaria con su cohete Starship.
En un vuelo de prueba, la compañía logró atrapar el propulsor del megacohete, denominado Super Heavy.
El logro marcó un hito hacia la reutilización de cohetes, un objetivo clave para reducir costos y aumentar la frecuencia de lanzamientos.
SpaceX, fundada en 2002, transformó la industria aeroespacial, consolidándose como pionera en la reutilización de cohetes con el Falcon 9 y avanzando hacia la colonización de Marte.
La Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio de Estados Unidos (NASA) sigue de cerca los avances de Starship, crucial para futuras misiones a la Luna. No obstante, los éxitos del empresario no están exentos de desafíos.
Nacido en Sudáfrica en 1971, el magnate tecnológico fue parte de grandes compañías como PayPal, Tesla y ahora X (anteriormente Twitter). Su carácter audaz permitió la creación de proyectos visionarios, como los autos eléctricos de Tesla o la energía solar con SolarCity.
Sin embargo, su estilo de liderazgo, que incluye largas jornadas laborales, y decisiones polémicas, como el despido masivo en X, generaron tanto admiradores como detractores.
El reciente logro de SpaceX refuerza la ambición de Musk: llevar a la humanidad más allá de los confines de la Tierra. Pero, mientras celebra este hito, las preguntas sobre el equilibrio entre innovación y ética tecnológica persisten.