Valentín Muro nació en la ciudad patagónica de Bariloche, pero hace tiempo que vive en Torino. Aunque es filósofo de profesión, en lo que hace logra conjuntar también sus otras pasiones: la ciencia, la historia y la literatura. De manera casi inexorable, su trabajo devino en un libro que, pese a haberse publicado hace apenas unos meses, –según contó el autor para 24 HORAS–, comenzó a escribirse desde hace algunos años.
Qué preguntas… léase en caso de dudas es el título de este compilado de preguntas publicado en México por Santillana. Preguntas que, en parte, la misma editorial recopiló de niñas y niños mexicanos; el resto, son autoría del propio escritor. A propósito de todo esto que forma el libro, Valentín comentó:
“Escribo desde el lugar de la inquietud y la curiosidad y no del lugar de un experto; es decir: mi proyecto se llama “¿Cómo funcionan las cosas?”, y no escribo desde el lugar de una persona que sabe cómo funcionan todas las cosas, sino del lugar de alguien que quiere ir al mundo a indagar”.
Apuntó algo interesante, que a menudo se olvida: “ningún tema es posible de agotarse”. En este caso, su libro “a lo que apunta es a la única manera en la que puede operar genuinamente la curiosidad […]: por observación. (Por ejemplo), cuando alguien tiene una pregunta sale al mundo a tratar de averiguarla, estamos aprendiendo acerca de una posible manera de explorar el mundo”.
Aunque el ejercicio se sostiene por su honestidad, el también filósofo apunta la importancia de respetar, sobre todas las cosas, “la manera en que las preguntas fueron presentadas ya las personas que están detrás preguntando”. Es que no es sólo preguntar por preguntar, señaló el autor, sino que algo surja de esa duda. Por ejemplo, que “cada una de estas preguntas (signifique) una oportunidad para conversar”.
Valentín tiene claro que es un problema reducir nuestros mundos y enfocarnos en una sola cosa, porque ello hace que cueste más trabajo hacerse preguntas y sentir curiosidad, porque volver a ello cuesta. Pero no es imposible, basta con “volver a poner a cosas que están siempre sucediendo”. Hay que dejar de ser tan buenos en “acallar nuestra voz y nuestras preguntas”.
Recuerda con cariño muchas de las preguntas porque apelan a un sentimiento de inagotabilidad. Pero también porque vienen de lugares muy particulares, de listas hechas por padres que guardaron, por años, las preguntas de sus hijos; o bien, de la lista de preguntas de una pequeña de doce años.
“¿Qué pasa si me detengo (a escribir) en temas como si no los conociera? Cuando nos detenemos en las cosas de lo cotidiano, intentando tener nuevos ojos, lo que pasa es que el mundo se nos hace más grande, se enriquece, porque de repente todo a nuestro alrededor, sin excepciones, es una oportunidad para descubrir algo nuevo. Entonces, lo que pasa es que, cuando las personas compartimos nuestros intereses sin tanto miedo, logramos sentirnos menos solas”, reflexionó para finalizar el autor.
SABÍA QUE
Valentín Muro tiene claro que es un problema reducir nuestros mundos y enfocarnos en una sola cosa, porque ello hace que cueste más trabajo hacerse preguntas y sentir curiosidad, porque volver a ello cuesta. Pero no es imposible, basta con “volver a poner a cosas que están siempre sucediendo”. Hay que dejar de ser tan buenos en “acallar nuestra voz y nuestras preguntas”.