A ocho días de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, el candidato republicano Donald Trump intensifica su discurso de “mano dura” en migración, economía y seguridad energética. Sin ofrecer detalles concretos, promete un gobierno con enfoque radical y polémico, que resuena en una nación dividida.
En el tema migratorio, el republicano promete lanzar “la mayor operación de expulsión” en la historia, dirigida a migrantes que, según afirma, “envenenan la sangre” del país. La medida implicaría el despliegue militar y la construcción de nuevos centros de detención para acelerar las deportaciones.
En cuanto a la economía y energía, el exmandatario reiteró su rechazo a las políticas ambientales de Joe Biden, al calificar las inversiones en energías limpias como “una gran estafa verde”. En contraste, promete explotar intensivamente el petróleo y gas nacional, con la expectativa de reducir costos de energía “a la mitad”.
En política exterior, el expresidente sostiene que resolvería la guerra en Ucrania en tan solo 24 horas, al argumentar que su “plan preciso” y el “elemento sorpresa” serían clave. Asimismo, moderó su postura sobre Israel, al evidenciar una postura menos incondicional hacia el gobierno israelí en el conflicto en Gaza.
Frente a este clima electoral tenso, Michelle Obama, una de las principales figuras de apoyo a la candidata Kamala Harris, compartió su “temor genuino” a que el republicano regrese a la Casa Blanca, al señalar su preocupación ante la posibilidad de que la candidata demócrata pierda terreno.
El próximo martes, la vicepresidenta cerrará su campaña en el National Mall, la explanada contigua al Capitolio.
Con un ambiente de tensión creciente y más de 40 millones de personas que ya votaron anticipadamente, esta campaña se perfila como una de las más polarizadas en la historia del país.