Las expectativas dentro del Partido Demócrata apuntaban a que un fuerte apoyo femenino impulsaría a Kamala Harris hacia la Casa Blanca, lo que la convertiría en la primera presidenta de los Estados Unidos.
Sin embargo, fueron los hombres descontentos con las políticas demócratas quienes jugaron un papel decisivo en el regreso de Donald Trump.
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Las dificultades de la candidata para movilizar a las mujeres se hicieron evidentes a lo largo de la campaña. Aunque tenía el potencial de encarnar la representación del sufragio femenino y la lucha por la igualdad, el respaldo de este sector no alcanzó las expectativas.
La vicepresidenta enfrentó un entorno de incertidumbre, donde amplios sectores progresistas no la percibieron como la figura capaz de superar los retos derivados de la impopularidad de Joe Biden.
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Por otro lado, el republicano se benefició de una coalición inesperada, en la que los hombres, especialmente latinos, jugaron un papel decisivo. A lo largo de su campaña, el expresidente alcanzó cifras récord en el apoyo masculino, al lograr convencer al 54% del voto masculino y 55% de los sufragios de hombres latinos, según encuestas. Este apoyo entre hombres, incluido el sector rural, fue clave para su victoria.
El hijo menor del magnate, Barron, desempeñó un papel clave en la estrategia para atraer a los hombres jóvenes. Su alianza con influenciadores como Joe Rogan, una figura de referencia para muchos jóvenes estadounidenses, permitió a su padre acercarse a este bloque de votantes de manera innovadora y eficaz.
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La derrota de la vicepresidenta evidenció una serie de errores estratégicos en su campaña. Su ausencia en espacios clave, incluidos programas de gran audiencia, su reticencia a marcar distancia con Biden, las críticas a su liderazgo y la falta de una visión sobre lo que representaba, fueron factores que la dejaron expuesta y vulnerable.
En este contexto, el papel femenino fue, irónicamente, insuficiente para cambiar el rumbo de las elecciones. Aunque la demócrata tenía el apoyo de un sector de la población que representaba la promesa de un cambio, no logró conectarse lo suficiente con las mujeres para contrarrestar la fuerza de la movilización masculina que benefició a Trump.